El centenario
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LEÓN (y 20)
Con el propósito de que la gran epopeya leonesa durante la Guerra de la Independencia no cayese en la oscura neblina del olvido, en 1908 se celebró por todo lo alto el primer centenario de aquel gran acontecimiento patrio. Ya en el mes de enero, nuestro periódico convocaba un concurso literario centrado en el desarrollo del conflicto dentro de la provincia, cuyo ganador sería recompensado con la cantidad de 100 pesetas
Texto: Javier Tomé y José María Muñiz
El jurado estaba formado por Manuel Diz como presidente, Juan Crisóstomo Torbado y el propio director del Diario de León. Finalizando el mes de abril, el alcalde de la capital, Tomás Mallo, dio a conocer el programa oficial de los festejos, en el que se incluía un vibrante bando: El 2 de Mayo de 1808, todos los españoles, que no podían soportar la dominación extranjera, protestaron enérgicamente contra ella; y no fue el último, sino el primero, en demostrar virilmente su desagrado, el siempre patriótico y noble pueblo de León, como se consigna en la Sala Capitular de las Casas Consistoriales. Al aprestarse España entera a celebrar dignamente el Centenario de su Independencia, tampoco nosotros debemos ser los últimos en demostrar que somos los sucesores de los que expusieron sus vidas y haciendas en holocausto, a lo que todos tenemos que anteponer a los demás intereses, el interés supremo de la Patria. Don Tomás añadía: Como estoy seguro que ninguno que se precie de leonés necesita más excitaciones para coadyuvar a los festejos que la Junta organizadora de ellos ha preparado, en cuya Junta están representados todos los elementos más valiosos de León y su provincia, confío que vuestra cooperación entusiasta salvará las deficiencias que pudiera haber en la realización de todo lo que la expresada Junta ha preparado; deseando vivamente llene las aspiraciones y entusiasmo de todos los leoneses. En que todo lo que se haga con vuestra valiosa ayuda, engalanando las casas e iluminándolas, resultará digno de nuestro culto pueblo y de nuestros antepasados, confía vuestro Alcalde que os saluda con el grito que está en todos vuestros corazones. ¡Viva España Independiente! ¡Viva León!
El 2 de mayo Señalada como fecha clave de las conmemoraciones centenarias, el 2 de mayo de 1908 las buenas gentes leonesas tomaron las calles con el orden y la compostura que era modelo de comportamiento entre nuestros abuelos. A las nueve en punto de la mañana se iniciaba en la Diputación una solemne sesión, a la que asistieron las autoridades y representantes de todas las corporaciones, centros, entidades y sociedades. Especialmente brillante resultó la alocución del obispo, merecedora de entusiastas críticas por parte de todos los medios, incluido un periódico tan refractario a las prácticas religiosas como La Democracia : A continuación hizo uso de la palabra el ilustrísimo señor Obispo, quien estuvo en extremo afortunado, mencionando la gran parte que el clero español tomó en aquella lucha de 1808 contra el francés invasor abandonando los templos, monasterios y conventos para luchar con denuedo en los campos de batalla contra formidables huestes del Gran Capitán del Siglo, alcanzando muchos de ellos grados en el Ejército que abandonaron al regresar a sus obscuros retiros. Sacó todo el partido posible, como era natural, a favor del Clero, con gran acopio de datos, hechos y citas históricas para venir a parar en que hasta el favor del cielo estuvo de nuestra parte en tan sangrientas jornadas, puesto que hasta la Virgen del Pilar, según rezan unas coplas, protegió la heroica lucha que por nuestra Independencia tuvieron nuestros abuelos. Fue varias veces interrumpido por entusiastas aplausos de toda la concurrencia, a los que unimos los nuestros en prueba de imparcialidad. No desmerecieron en cuanto a brillantez los discursos del alcalde, del presidente de la Diputación y del general Casellas, todos ellos llenos de símbolos y de figuras poéticas alusivas a la gesta protagonizada entre 1808 y 1813 por el pueblo español. Una vez terminado tan lucido acto, se formó una procesión cívica hasta la Catedral, encabezada por el pendón morado que es símbolo heráldico de la ciudad. En el templo tuvo lugar una misa de Réquiem en sufragio por los héroes de la Guerra de la Independencia, ambientada musicalmente por los cantos gregorianos que entonaron un grupo de seminaristas. A la salida de la Pulchra Leonina , y ante la tropa de la guarnición perfectamente formada, los niños corearon un himno a la bandera, que también fue saludada por las autoridades. Y tras un descanso para el almuerzo, las emociones se reanudaron entre las cinco y las siete de la tarde, tiempo en que permanecieron abiertas las galerías de la Diputación para que el pueblo paseara libremente por tan nobiliario recinto.
Himno a la independencia Tan atareada jornada se cerraba al anochecer con una extraordinaria velada que tuvo lugar en el Teatro Principal. En su transcurso se estrenó el bautizado como Himno a la Independencia , obra del laureado poeta señor Ballarna y cuyo envoltorio musical se debe al compositor Neira, maestro de capilla de la Catedral. Merecidos aplausos arrancó la interpretación al piano de las señoritas Casas y Gómez Algara, capaces de transmitir a los espectadores toda la fuerza de la composición e instrumentación de la inspirada y patriótica composición. La banda del Regimiento de Burgos también recibió un coro de aclamaciones al terminar la ejecución del número que le estuvo encomendado, pero esto no nos extraña ya que nos tiene acostumbrados a oír siempre buena música y bien interpretada. Los poetas Hernández Galán, González Lafuente, Blanco y Alonso, leyeron sus composiciones en el escenario del Principal, mientras que las damas participantes en la velada fueron obsequiadas con hermosísimos ramos de flores en nombre de la prensa, por iniciativa del señor Villabrille. Especial interés cosechó la obra Los guerrilleros , original de Lisandro Alonso, y El Corral de San Guisán , monólogo escrito en verso por el señor Calvo, director de La Democracia . Todos los participantes, en definitiva, acentuaron el sacrificio de los leoneses en aras del honor local. Los actos del centenario concluyeron el 3 de mayo, cuando el presidente de la Diputación y el alcalde repartieron dulces y caramelos entre los niños de las escuelas que habían participado activamente en las fiestas. Por la tarde se celebró un animado paseo en torno al kiosco de Guzmán el Bueno, amenizado igualmente por la banda del Regimiento de Burgos. También se clausuró la exposición fotográfica inspirada en el acontecimiento y, ya de puertas adentro, el Diario de León publicaba un cómic de tono costumbrista, el primero aparecido en nuestro periódico, cuyo título fue Cómo se celebra el Centenario en mi casa .
En Astorga La capital maragata habría de aguardar un par de años para festejar el centenario del sitio, aunque ya en el mes de abril de 1909 la Junta de Gobierno aprobaba el proyecto y presupuesto que para la construcción del monumento a los héroes de la Guerra de la Independencia había presentado el escultor Marín. A partir de entonces, todas las actividades sociales astorganas se centraron en la gloriosa actitud que mostraron sus antepasados en 1810, al sufrir lo indecible durante un cerco que sólo pudieron soportar, en palabras de un cronista local, a base de cojones y españolía . Una tesis similar, aunque expresada en tono más refinado, sostenía el poeta Alberto López Argüello:
El mejor himno a tu nombre
lo escribió la historia ya
en las piedras de granito
de tu mole secular.
Por eso, Astorga, tu nombre
generoso y ejemplar
suena a nombre de epopeya suena a aliento de volcán.
A las diez de la mañana del día 22 de abril de 1910 se reunieron en las Casas Consistoriales las distintas comisiones, autoridades e invitados, entre los que se contaban el señor Domínguez Berrueta, el alcalde de la capital leonesa y el gobernador civil. El corregidor tomó el estandarte de la ciudad y formando la habitual procesión cívica, se dirigió la comitiva a la Catedral, precedida de la banda municipal. Una vez colocadas las autoridades y comisiones en los lugares al efecto asignados, se celebró una misa de réquiem en sufragio de las almas de los héroes astorganos que dieron sus vidas por la independencia nacional. El oficio estuvo a cargo del señor obispo, mientras que la oración fúnebre corrió por cuenta del magistral del templo catedralicio.
Terminada la ceremonia marchó la comitiva a Puerta de Hierro, donde se rezó un responso. Dicho lugar fue el elegido por los franceses para abrir la primera brecha durante los avatares bélicos de 1810. A eso de la una de la tarde, comisiones e invitados se dirigieron al Ayuntamiento, solemne escenario para el banquete oficial. A los brindis, el alcalde realizó un brillante discurso de tema patriótico que fue premiado con nutridos aplausos. Reinó gran entusiasmo durante la comida, al igual que entre la multitud de forasteros que pasearon por la ciudad admirando el adorno de los balcones y los preciosos ramilletes que lucían las señoritas. De esta forma se conmemoró el centenario de aquella Guerra de la Independencia por la que, en afortunada expresión del profesor García de Cortazar, los españoles dejaron de ser súbditos para convertirse en ciudadanos.