Los primeros datos sobre el origen del doblamiento del Bierzo se remontan:
- Al Paleolítico Inferior: terrazas del Cúa en Cacabelos,
- Al Neolítico: hachas pulimentadas de Ancares, Paradasolana,Cabañas Raras, Corbón, Carucedo y Ponferrada
- Al Calcolítico: Cueva de las Tres Ventanas de Toral de los Vados y pinturas rupestres de Sésamo y Librán.
Durante la Edad del Bronce, el Bierzo mantuvo una estrecha vinculación atlántica prueba de ellos son las armas y utensilios de bronce que se han encontrado en la comarca.
En la Segunda Edad del Hierro (550-19 a.c.) se cristaliza en el Bierzo la cultura castreña estrechamente vinculada al mundo astur. El rasgo más característico de esta cultura fueron sus castros o poblados fortificados, como los de Chano (Valle de Fornela), el Castrelín de San Juan de Paluelas (Médulas) o Castro Ventosa (Cacabelos).
Epoca Romana: La dominación romana empieza cuando terminan las Guerras Cantabras en el 19 antes de Cristo que enfrentaron a los romanos por un lado y a las tribus Astures y Cántabras por otro.
El Bierzo se convirtió en esa época en un grandioso centro de explotación del oro cuyos vestigios, tanto de yacimientos como de castros mineros, se extienden por toda la comarca. (Médulas, La Leitosa, Castropodame, los Cáscaros de Pradela, etc). Con la romanización surgieron numerosos núcleos de población en la llanura e incluso algunas ciudades como Bergidum Flavium, en los alrededores de Cacabelos, e Interamnium Flavium, cerca de Bembibre.
En el siglo V, con las invasiones germanas, los romanos son sustituidos por los suevos que permanecerán hasta su integración en el reino visigodo en la segunda mitad del siglo VI.
En el siglo VIII la Península será invadida por los musulmanes, pero en el Bierzo su presencia tendrá un carácter precario y efímero, pues desde muy pronto se proyectan sobre este territorio las apetencias del nuevo reino asturiano. La repoblación del Bierzo se llevará a cabo integramente en los reinados de Alfonso II y Ordoño I.
A partir del siglo XII se invierte el proceso de fortalecimiento monárquico, con la feudalización del reino castellano-leonés. De ese modo el territorio del Bierzo anteriormente gobernado por un conde o un merino de nombramiento real, sufrirá una fragmentación en unidades políticas más pequeñas: las Tenencias (gobernadas por Tenentes,), que abarcan el territorio de una población y su alfoz. En primer lugar esas tenencias dependen directamente del rey y posteriormente esos territorios pasan, de forma vitalicia y hereditaria a manos de una nobleza que logrará en ellos derechos de inmunidad. Esta última fase del proceso de feudalización se produce en los siglos XIV y XV. (Familias de nobles: los García Rodríguez de Valcarce y los Alvarez Osorio).
A partir de entonces sin embargo los Reyes Católicos toman cartas en el asunto y de una manera autoritaria, por compra o por la fuerza, adquieren ciudades y territorios que pasan al dominio real como Ponferrada o el Valle de Ancares. Aparece la figura del corregidor: es un agente de la monarquía que controla y dirige la vida municipal y que desde la capital del corregimiento, Ponferrada, gobierna el territorio a él sujeto.
La Guerra de Independencia, (1809) en la que el Bierzo es saqueado por franceses e ingleses en la batalla de Cacabelos la labor reformadora de las Cortes de Cádiz inauguran una época de cambios que culmina con la incorporación definitiva del Bierzo en la provincia de León en 1833.
Durante el siglo XIX la economía del Bierzo reposó sobre una agricultura de policultivo en la que destacaba la producción de vino y la industria del hierro. A finales de este siglo, la crisis de la filoxera y la desaparición de las ferrerías provocan una fuerte emigración a América. Sin embargo en el siglo XX con la llegada del ferrocarril, la explotación de los yacimientos de carbón de la cuenca Fabero-Sil y la producción de energía eléctrica, se crean las condiciones necesarias para crear riqueza en la comarca.
En el comienzo de este siglo XXI las alternativas a la minería del carbón son la producción de pizarra para tejados aprovechando los yacimientos situados en el sur de nuestra comarca y el Turismo rural o de interior cuyas características son: la conservación, recuperación y mejora de la arquitectura tradicional en su propio entorno, la diversificación de las economías rurales con los aportes turísticos, el respeto de la cultura autóctona y recuperación de sus raíces, así como la profesionalización y formación profesional en las zonas rurales. Con ello se quiere conseguir que el turismo sea una solución de futuro para nuestra comarca