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Egeria (monja)


Egeria (monja)

Para otros usos de este término, véase Egeria.
Portada de una traducción al inglés delViaje de Eteria publicada en 1919.
Egeria, también llamada EteriaÆtheria o Etheria, e incluso Arteria o Geria, fue una viajera y escritoragalaica del siglo IV.

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Biografía [editar]

Aunque sus datos biográficos son pocos, se supone que era originaria de la provincia romana hispana de laGallaecia,1 2 e incluso algún autor ha propuesto la posibilidad de que pudiera pertenecer a la comarca de El Bierzo, en la Gallaecia interior.3 En algún trabajo especializado ha sido considerada la posibilidad de su parentesco con Aelia Flacilla, primera mujer de Teodosio el Grande.4 A. Lambert ha avanzado una hipótesis según la cual se trataría de la hermana de Gala, de quien habla S. Jerónimo como pareja de Prisciliano.5 Esta hipótesis y su cualidad de mujer independiente y audaz, así como su origen galaico, han servido como base para adscribirla al movimiento priscilianista. Algunos datos sobre los que no parece haber discusión son su ascendencia noble, su posición económica acomodada y su notable cultura. En sus escritos se revela como una mujer de profunda religiosidad pero también (en boca de la propia Egeria) de ilimitada curiosidad.
Se sabe que visitó los Santos Lugares (EgiptoPalestinaSiriaMesopotamiaAsia Menor y Constantinopla), en un largo viaje, entre 381 y384, recogiendo sus impresiones en su libro Itinerarium ad Loca Sancta, libro que tuvo cierta difusión por narrar de forma minuciosa y, sobre todo, animada el viaje. Atravesó el sur de Galia (hoy Francia) y el norte de Italia; cruzó en barco el mar Adriático. Se sabe que llegó a Constantinopla en el año 381. De ahí partió a Jerusalén y visitó JericóNazaret y Cafarnaúm. Partió de Jerusalén hacia Egipto en 382, visitó AlejandríaTebas, el mar Rojo y el Sinaí. Visitó luego AntioquiaEdesa, Mesopotamia, el río Éufrates y Siria desde donde regresó vía Constantinopla. No hay constancia de la fecha, el lugar y las circunstancias de su muerte.

El manuscrito [editar]

Hasta el año 1884, la única referencia a esta mujer6 aparecía en una carta a los monjes de El Bierzo escrita por San Valerio.7 En ese añoGian Francesco Gamurrini encuentra en la Biblioteca de la Cofradía de Santa María de Laicos (Biblioteca Della Confraternitá dei Laici) enArezzoEtruria, un códice en pergamino de 37 folios, en letra beneventana del siglo XI, dividido en dos partes. La primera contenía un conocido tratado de San Hilario de Poitiers sobre los Misterios y los Himnos. La segunda parte estaba incompleta, sin algunos folios del principio y del final, y por lo tanto sin autoría declarada. Esta parte del códice, que relataba un viaje por Tierra Santa, había sido redactada en el monasterio de Montecassino, y trasladada a Arezzo por Ambrosio Restellini, abad de Montecassino desde el año 1599 al 1602. Después de ese año pasaría a ocupar el cargo de abad del monasterio de Santa María de Arezzo. En el año 1801 Napoleón clausura este monasterio, trasladándose gran parte de su archivo a la mencionada Cofradía de los Laicos. Hoy día el manuscrito se conserva en el museo de la ciudad de Arezzo. Gamurrini atribuyó el relato a Silvia de Aquitania, hermana de Rufino de Aquitania, mencionada por Paladio en su Historia Lausíaca, de quién se conocía una peregrinación similar a la relatada por Constantinopla, Egipto y Jerusalén.8 Durante casi veinte años se consolidó la hipótesis de Silvia, o Silvina como autora del texto, hasta que en el año 1903 Mario Ferotín publica un estudio en la Revista de Cuestiones Históricas9 atribuyendo el mismo a la virgen española Egeria. De esta monja hablaba San Valerio en la carta mencionada más arriba, y haciendo un resumen de su viaje que coincide en muchos puntos con el viaje relatado por el manuscrito de Arezzo: Fecha, punto de partida («de la costa occidental del Mar Océano»), etapas, duración, e incluso en algunos casos San Valerio utiliza idéntico estilo y vocabulario en la descripción del trayecto. Desde la publicación del artículo de Ferotin nadie duda de la autoría de Egeria para el pergamino de Arezzo. Existe otra referencia que permite rellenar algunas de las lagunas de los primeros folios ausentes del manuscrito: el Liber de locis sanctis de Pedro Diácono, quién también menciona a la peregrina gallega.

El nombre [editar]

Los distintos códices que se conservan de la carta de San Valerio recogen su nombre de diferentes formas: Aetheria, Echeria, Etheria, Heteria, Eiheriai o Egeria. Ferotin se decantó por la opción de Eteria, o Etheria, al igual que autores como Heraeus, Mesiter o García y Villada. En cambio Lambert,10 Pétré, W. Lindsay o J. F. Montfort propusieron la grafía Egeria, por figurar así en el Liber Glossarum, anónimo del año 750, en los catálogos de la Biblioteca de San Marcial de Limoges (Itinerarium Egerie abbatisse), y en algunas variantes de la carta de San Valerio. Esta última forma (Egeria) se puede considerar la forma más extendida en todas sus referencias, constando esa grafía incluso en una colección de sellos españoles dedicados a este personaje.11

El viaje [editar]

Gracias a la pax romana, una ciudadana del Imperio podía viajar desde Gallaecia hasta Mesopotamia casi sin obstáculos. Esto sucedía entre los años 381 a 384.
La narración describe con detalle el modo de viajar a través del cursus publicusromano, la red de vías utilizadas por las legiones en sus desplazamientos (una red de 80.000 km), empleando como hospedaje las mansio, o casas de postas, o en otras ocasiones acogiéndose a la hospitalidad de los monasterios implantados en oriente desde hace años, pero todavía casi desconocidos en occidente. Varias menciones a lo largo del manuscrito sugieren la posibilidad de que contara con algún tipo de salvoconducto oficial que le permitió recurrir a protección militar en territorios especialmente peligrosos.12 El Itinerarium se divide en dos partes: la primera narra el viaje y comienza cuando Egeria está a punto de subir al monte Sinaí, tras haber visitado Jerusalén, BelénGalilea y Hebrón. Desde ahí se dirige al monte Horeb, y regresa después a Jerusalén atravesando el país de Gesén. Viaja después al monteNebo y a Samaria, y cuando se cumplen tres años de su partida vuelve de nuevo a Jerusalén y decide regresar a Gallaecia. Durante su regreso visita Tarso, se detiene en Edesa, visita Siria y Mesopotamia, y de nuevo a Tarso. Desde ahí pone rumbo aBitinia y Constantinopla. El diario del viaje termina en ese punto, aunque antes de concluir aún expresa su deseo de visitar Éfeso. La segunda parte del diario describe la liturgia tal y como se lleva cabo en tierra santa, en oficios de diario, domingo y durante las fiestas de Pascua y Semana Santa.

Notas [editar]

  1.  "Varios de los autores que se han ocupado de Egeria han tratado de averiguar su patria. Mientras no se descubran las partes que faltan del Itinerario, sobre todo las primeras páginas, en las que probablemente habrá algún dato decisivo para fijarla, tenemos que contentarnos con lo que dice Valerio en su carta a los monjes de El Bierzo; pues cuanto dijeron los primeros escritores que se ocuparon del problema son hipótesis sin fundamento, por haber ignorado esta carta.
    El primero que trató de averiguar el lugar de origen de la autora del Itinerario fue Gamurrini. Después de darle el nombre de Silvia de Aquitania, le asignó como patria la Galia Narbonense (...). Pero la carta de Valerio es la que nos ha revelado el verdadero autor del Itinerario y su patria; entre otros datos preciosos está éste, esencial: Egeria, extremo occidui maris Oceani litore exorta, Oriente facta est cognita, «nacida en el extremo litoral del mar Océano occidental, se dio a conocer al oriente». La palabra de Valerio, exorta, de suma importancia, ha sido mal traducida por H. Petré:Partie des bords extrêmes de l'océan à l'occident, elle s'est fait connaître à l'orient. Enrique Flórez observa con razón que esta frase de Valerio nos hace saber que Egeria era indígena de esta provincia bañada por el Océano occidental, de la cual habla, y que el mismo Valerio llama extremidad de esta región occidental, en la que él se hallaba al hablar de la ida de Egeria al Oriente. Y así, Ferotín concluye que Egeria había nacido en Gallaecia. (...)
    Las frases que emplea Valerio al hablar de la patria de Egeria no son vagas o arbitrarias, sino precisas y técnicas, las mismas que empleaban los historiadores y geógrafos españoles del tiempo: Idacio, en su Chronicon e Isidoro en su Historia Gothorum, Vandalorum, Suevorum. (...)
    De todo lo dicho podemos concluir que la patria de Egeria es España, en un lugar comprendido dentro de la «Provincia Gallaecia». Precisar más el lugar donde nació Egeria no es posible en el estado de nuestros estudios."
    Arce, A.: Itinerario de la Virgen Egeria (381-384). Editorial Biblioteca Autores Cristianos. Segunda Edición (1996). ISBN 84-7914-219-7, páginas 23 a 27.
  2.  Epistola de Beatissimae Echeriae laude, San Valerio: Quae extremo occiduis maris Oceani litore exorta oriente facta est cognita.(Ella, nacida en el extremo litoral del mar Océano occidental, se dio a conocer al Oriente.)
  3.  Díez Fernández, Florentino, prologo-presentación del libro "Egeria. Itinerario" (edilesa, 2007, colección: biblioteca leonesa de escritores), José Antonio Balboa de Paz, "Historia de El Bierzo" (Instituto de Estudios Bercianos, 1994)
  4.  En el manuscrito de Carucedo se denomina “Echeriai” a la monja viajera, siendo traducido por diversos autores como Euqueria, entroncándola así con Euquerio, tío de Teodosio el Grande. (Heraeus, W: Silviae vel potius Aetheriae Peregrinatio ad loca sancta, Heidelberg, 1939).
  5.  San Jerónimo, carta a Clesifonte (Epist. 133,4.3)
  6.  Varios historiadores la consideran monja, aunque el movimiento monacal se está instalando en occidente por esas fechas, y todavía no se conoce ninguna comunidad cristiana de mujeres a las que se pueda denominar «monjas» en el sentido actual del término
  7.  Epistola Ad fratres Bergidensis, cfr. Flórez, XVI, 391-416; PL 87,439-456
  8.  Gamurrini G. F.: Sancti Hilarii Tractatus de Mysteriis et Hymni et S. Silviae peregrinatio ad loca sancta, quae inedita ex codice Arretino deprompsit.Roma, 1887.
  9.  Ferotin, Mario: Le Véritable auteur de la Peregrinatio Silviae la vierge espagnole Aetheria, Revue de Questions Historiques, LXXIV, 1903, p. 367-397.
  10.  Lambert, A.: Egeria. Notes critiques sur l tradition de son nom et celle de lItinerarium. Revue Mabillon, XXVI, 1936, p. 71-94
  11.  1984 "XVI Centenario del viaje de la monja Egeria al Oriente Bíblico"
  12.  "A partir de este punto despachamos a los soldados que nos habían brindado protección en nombre de la autoridad romana mientras nos estuvimos moviendo por parajes peligrosos. Pero ahora se trataba de la vía pública de Egipto, que atravesaba la ciudad de Arabia, y que va desde la Tebaida hasta Pelusio, por lo que no era necesario ya incomodar a los soldados". Esto apoyaría la teoría del parentesco de Egeria con alguna familia importante de Roma.

Bibliografía [editar]

  • Torres Rodríguez, C.: Egeria, monja gallega del siglo IV. Colección personajes gallegos. Ediciones Galicia (1976)
  • Arce, A.: Itinerario de la Virgen Egeria (381-384). Editorial Biblioteca Autores Cristianos. ISBN 84-7914-219-7

Enlaces externos [editar]

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EL MAGOSTO: FIESTA BERCIANA

EL MAGOSTO: FIESTA BERCIANA


EL MAGOSTO: FIESTA BERCIANA



ORÍGENES:

Existen dos explicaciones, como más convincentes, sobre la raíz y derivación del vocablo “magosto”: una sería la interpretación de que procedería del latín “magus ustus”, es decir, gran fogata u hoguera y la otra defiende la teoría de que magosto proviene de “magno”, en su acepción de grandeza, como algo esotérico relativo a “magus” o hechicero.

La celebración, indudablemente, es de génesis pagana siendo después adoptada por la religión cristiana. De esta manera, surgió como una efeméride de carácter agrario, situándose sus inicios en la Prehistoria, una vez que el ser humano va adquiriendo paulatinamente una conciencia individual, al mismo tiempo que de integración grupal.

Es, por consiguiente, una fiesta ligada al culto a la fecundidad; de ahí su vinculación directa con el fuego o lumbre que alude al sol, vivificador y fecundador de la tierra.

Se trataría, asimismo, de una comida o ágape comunitario y ritual que busca reforzar los lazos en la comunidad dentro del marco del mundo rural berciano. Por tanto, tiene unos rasgos alegres y vitalistas y es una muestra de reconocimiento y acción de gracias por los frutos cosechados y recogidos, así como un homenaje implícito a los totémicos castaños y a su producto, la castaña.

Con posterioridad y, por influencia religiosa, fue asociada a los santos y fieles difuntos, trasladándose y fijándose como fecha de celebración el día 1 de noviembre, sin perder su primigenia concepción de conmemoración de la muerte en el recorrido solar anual.

Más tarde, en las tierras orensanas del entorno capitalino, se decidió utilizar la fecha del día 11 de noviembre, según el Santoral dedicado a San Martiño de Tours, santo patrón de la ciudad de las Burgas. De Orense se extendió dicho cambio a varios lugares de Galicia e, incluso, del Bierzo. De este modo fue dotada la festividad de nuevos matices sin que perdiera un ápice de su originalidad, personalidad y espontaneidad en el ánimo del pueblo y en la raigambre del conjunto de tradiciones.

En la averiguación de las pautas etnográficas antiguas, resulta que la castaña era un símbolo, en cierta forma, del alma de los difuntos. Históricamente otoño, castaño y difuntos se encuentran interrelacionados en la celebración del magosto.

Se piensa y entiende que la castaña que se consume es como un alma liberada del purgatorio, lugar transitorio del más allá. Por ello, concluido el magosto, era deber y obligación dejar algunas de las castañas asadas esparcidas por el suelo con la finalidad de que acudieran los espíritus de los fallecidos para calentarse y participar del evento. Eran, pues, las castañas destinadas a “la parroquia de los muertos”.

El escritor del “Resurgimiento” gallego, Murguía, asociaba la fiesta del magosto con un acontecimiento funerario, en el que castaña y vino nuevo protagonizarían los papeles de muerte y vida, respectivamente. Hoy, producto de la modernidad, los magostos se sirven de las antiguas eras de las casas, de las bodegas, de las barbacoas y chimeneas de las cocinas para su mejor disfrute. Sin embargo, la esencia y espíritu festivo se conserva y así, si se da un día soleado, el emplazamiento en un sitio de un descampado es lo ideal para gozar de una tarde al lado de la lumbre y con los aromas del campo, trufados de humedad.

TRADICIÓN MAGOSTERA:

Para nuestros ancestros, y en parte ahora, el magosto era una merienda-cena por su duración. Se realizaba y disponía en la primera quincena de noviembre, en los días inmediatos al Día de Difuntos o al de San Martín.

Una vez acabada la comida, a partir de las tres de la tarde, se iniciaban los preparativos y se repartían las labores entre un grupo numeroso de amigos. Encaminándose todos con destino al monte, se juntaban con otros conocidos o amigos y con integrantes de otras familias, siendo lo primero establecerse en un lugar idóneo o adaptado convenientemente (un amplio descampado, un cruce de sendas o caminos, una larga laja o roca plana,…), con objeto de que el fuego no se saliera de unos límites.

Se enciende la lumbre, que al principio levanta mucho humo. Al poco rato la llamarada aumentará de volumen y altura y todos se aproximan como hechizados o encantados, cual embrujo.

Se efectúa un corte en cada castaña para que no exploten en la lumbre y no salten como pequeñas bombas. Cuando todos los rescoldos casi se extinguen por sí solos, se apilan las brasas, se coloca una parrilla o rejilla y en ella se encaja una lata con agujeros y se rellena de castañas hasta menos de la mitad. Es preciso darle vuelta al tambor o lata con un palo o mango a fin de que se asen sin “torrarse”. Aguardaremos a que estén en su “justo punto”.

Mientras que están asándose tranquilamente las castañas, los demás se emplean en preparar y adecuar el sitio mejor donde comerlas, haciendo cucuruchos para realizar el reparto y poder llevarlas. La reunión no sería tal si no se complementara a base de juegos populares, danzas y bailes, bromas, relatos de cuentos e historias, cantares,…

Y de todo y para todos y aquí cabe mucho: los niños y “chavalada” asistente aprovechan el final para llevar a cabo todo tipo de travesuras: se persiguen unos a otros para tiznarse y pintarse con la ceniza, acto o rito que algunos entienden como “de buena suerte”.

Otra variante del magosto es el organizado por la juventud en ciertos pueblos. Como una especie de ceremonia, a la velada del magosto no le faltará de nada. Los mozos aportan el vino de prueba y nuevo- el primero de la cosecha cercana- y, mientras tanto, las mozas recogen los frutos del castaño.

Y, ya todos juntos, se dedican a acarrear el heno seco y hojarasca, las agujas de pino, tojo y laurel y, sobre este montón a encender, se ponen las castañas bien esparcidas. A las castañas, previamente, se les ha practicado una pequeña hendidura con una navaja. Como colofón, se recubre todo con una nueva capa de hierbas y hojas secas. A continuación, se prende el fuego empezando por la capa inferior y el tamaño y fuerza de las llamas nos indicarán que, en cuanto sólo queden las pequeñas brasas, hay que retirar las castañas asadas y listas para comer. Con el vino (en ciertas zonas endulzado con miel), chorizos y pan se conforma un menú exquisito y, en la tertulia de sobremesa, es costumbre organizar juegos, contar chistes, inventar cuentos de ánimas, de monstruos y de terror y cumplir con las típicas “faenas”, escondiéndose cosas o guardando la ropa de los otros.




FIESTAS SIMILARES O HERMANAS:

Se da una coincidencia en varios aspectos comunes con otras celebraciones de la geografía peninsular, que serían equivalentes a nuestro magosto. Como se puede suponer, en buena parte del Norte de España se cultivaron castaños, en mayor o menor medida, de forma semisalvaje.

El magüestu (denominado también amagüestu, magostu o amagostu) es la fiesta homóloga asturiana, muy semejante, al magosto. Su principal nota diferencial está en la bebida para acompañar las castañas, que es la sidra dulce.

En la vigilia de Todos los Santos se celebra lo que se llama “Magüestu de Difuntos”, en el que se convoca a todas las familias del lugar para que asen las castañas en una hoguera común, que es rodeada por los comensales. Como cierre o fin festivo, se lanzan y desechan las castañas sobrantes bajo una cantinela o estribillo que dice: “¡Estu, ye pa que xinten los difuntos!”

En tierras cántabras el asado de castañas recibe, asimismo, el nombre de Magosto. Esta fiesta tiene una antigüedad que casi se pierde en la noche de los tiempos, siendo particularmente seguida con intensidad en muchos pueblos de la Región. Destaca, sobremanera, el acompañamiento de la música de folclore popular, con sones e interpretación especial por causa “del pitu y del tambor”, imprescindibles en tantas canciones típicas montañesas.

En Sanabria, comarca en tierras zamoranas, constituye una de las celebraciones más populares y apreciadas. Por este motivo se suelen congregar los sanabreses, ya un poco avanzada la temporada otoñal, para efectuar la recolección de la castaña que desemboca en la cita tradicional de las familias el día de Todos los Santos, durante la cual se degusta el fruto asado con miel, o bien cocido con leche. Lógicamente, estas fiestas acostumbran a llevar aparejados momentos de alegría, al toque de las piezas de siempre (jotas, corridos y agarrados) según el ritmo y armonía de la “gaita de fole”, instrumento exclusivo de esta zona, del tambor y del pandero.

“Gaiztanerre” o gaztañarra es como se conoce a esta celebración en el País Vasco. Difiere del resto de fiestas mencionadas en que las castañas asadas se cenan con el buen acompañamiento de caracoles o morokil (pasta o masa confeccionada a base de harina de maíz). Por otra parte, en tiempos pretéritos, las castañas, o mejor, los erizos eran almacenados en puntos situados al aire libre, que recibían el nombre de “ericeros”, en las proximidades de los castaños, para poder ir sirviéndose de ellos según las necesidades reales.

La variante, en Catalunya, de esta fiesta tradicional se denomina “la castañada”. Su peculiariedad estriba en que se degustan castañas asadas y, no sólo eso, sino que se sirven también productos del país para endulzar el paladar: “panellets”, boniatos y fruta confitada o compota. La bebida típica y singular de la castañada es el moscatel.

Una justificación al hecho de tomar e ingerir esta clase de alimentos tan sumamente energéticos viene de una leyenda de alguna población: durante toda la noche de Todos los Santos, víspera del día de los difuntos, era habitual tocar a muertos ininterrumpidamente hasta el amanecer. Para ello los amigos y parientes surtían debidamente a los osados campaneros de alimentos para que superaran su dura tarea y todos, en compañía, daban cuenta de estos alimentos vigorizadores para no desfallecer ni abandonar el empeño.

En tierras extremeñas, se refiere el término “chaquetía o chiquitía” a la merienda que los días 1 ó 2 de noviembre se realizaba como una salida al campo y en ella se consumían frutos secos y otros manjares: higos pasos, nueces, bellotas, granadas, castañas y preparados artesanos, como el dulce de membrillo. Asimismo, siempre estaban presentes diversas tortas típicas, bollas y panes especiales para la ocasión. Son una buena cantidad de pueblos los que conservan el hábito de que los muchachos salgan en pandilla, pidiendo productos por todas las casas.

El magusto es como se llama la celebración en honor a la castaña en el vecino Portugal. En esta fiesta la gente se presta a hacer bromas, se manchan y embadurnan con la ceniza residual y cantan canciones y coplas. Se lleva a cabo en tres momentos diferentes: el día de San Simón, el de Todos los Santos o en el día de Santo Martiño. En la Aldea Viçosa, “el Magusto da Velha” es una especificidad local. Leite de Vasconcellos considera al magusto como un vestigio o recuerdo de un antiguo sacrificio para honrar a los muertos. En Barqueiros se refiere una tradición legendaria que manda acondicionar, en la medianoche, una mesa con castañas con el objeto de que todos los muertos de la misma familia se reunieran para comer; a la mañana siguiente, nadie se atrevía a tocarlas pues estaban “babadas de los difuntos”.





EL MAGOSTO EN EL BIERZO:

Esta ya consolidada fiesta castañera se debe programar con antelación, realizarse en una tarde soleada y, con anterioridad, los grupos y personas han de estipular y acordar lo que se compromete a traer cada uno. Es indispensable, como mínimo, la abundancia de castañas y del vino nuevo, hace pocas semanas fermentado. Es ya como obligado completar lo mencionado con otra serie de aportaciones: chorizos, churrasco,…

Como todo rito o liturgia profana, el magosto tiene fijada su hora, entorno a las 5 de la tarde, y sus días habilitados: los más cercanos al día de difuntos o al de San Martín (siempre en el mes de noviembre).

El aire y perfume de las noches de los días 1 y 11 de noviembre impregnaron desde antiguo el Bierzo de aroma perfumado, de esencia de castañas asadas. El magosto era el momento ideal para, después de pasado el equinoccio, se dieran por definitivamente acabadas las cosechas cíclicas y, en esta última década, ha tenido un progreso continuado en cantidad y calidad y reconocimiento social.

Proclamada, por tanto, la castaña como “reina de un solo día” y mientras se cocina emitiendo su olor característico e inconfundible, todos los familiares y amigos se convidan y se animan en las horas nocturnas con el influjo que predispone al buen ambiente, procedente de las brasas o tizones del lumbre de suelo (“lareira”) o de la luminosidad acaparadora de las llamas en la soledad del cielo raso.

Los niños no olvidarán su divertido quehacer: cogerán un puñado de ceniza y se ennegrecerán sus rostros, de lo que de ninguna manera han de escapar o librarse los adultos. Entre carreras, gritos, chillidos, pelar castañas, cortar rodajas de chorizo, charlas, “barullo” y pequeños tragos irá transcurriendo una noche encalmada y serena tan especial que, nuevamente al calor de la hoguera, intentará hermanar y acercar a los vecinos por medio de la fuerte ligazón de la tradición. Lo cual se resume acertadamente en este refrán: “Por San Martiño se hace el magosto con castañas asadas y vino o mosto”.

Con el afán de no ser demasiado prolijo, se enumeran seguidamente una serie de lugares que aparecen como ejemplos de cómo el magosto está resurgiendo, cada vez con más fuerza. Al no poder citar los más de cien pueblos que han previsto ya su magosto, simplemente se enunciarán algunos, al azar.

La localidad de Labaniego, en el municipio de Bembibre, ya tuvo su magosto el pasado día 7. Con la excusa de esta reunión se programaron un conjunto de actividades, entre las que destacó la proyección del documental “Paisajes interiores”, que nos muestra la historia de la minería del Bierzo y Laciana a través del testimonio de tres mineros de tres generaciones sucesivas y de la misma familia.

La Pedanía de Valdefrancos, en Ponferrada, aprovechó la ocasión de su magosto para reivindicar y demandar de Diputación unos mejores accesos en toda la Cuenca del Oza, desde San Esteban de Valdueza hasta Peñalba de Santiago.

El sábado 7 de noviembre también fue elegido como el apropiado para montar magostos populares en cinco enclaves tradicionales y de trayectoria importante:

- La cita bercianista (PB) de Montes de Valdueza se enriqueció en cierta forma pues, aparte de la oportunidad para gozar de la gastronomía de la zona, se planeó un recorrido o ruta por el pueblo, con tarde de puertas abiertas para los visitantes al Monasterio con el majestuoso paisaje del Valle del Oza como marco o escenario incomparable.

- En esta misma fecha, el Ayuntamiento de Villadecanes-Toral de los Vados organizó su tradicional y singular magosto.

- El Ayuntamiento de Camponaraya también invitó a su concurrido magosto con un buen menú (bollo preñao, patatas asadas, vino y ferbudo), en el Recinto Ferial, al módico precio de 2€.

- El Ayuntamiento de Fabero comunicó, asimismo, que invitaba a todos los habitantes de su municipio, al igual que a todos aquéllos que quisieran acudir a disfrutar de una agradable y amena tarde otoñal. Gratuitamente, se ofrecía empanada, castañas asadas y otras delicias para probar.

- En Balboa, el “no va más”: tres días seguidos para la Fiesta del Magosto Celta, con castañas asadas en el genuino chambombo, además de “los patacos”. Actuaciones musicales de grupos celtas y folclóricos para divertir a las personas que decidieron asistir. Y no se queda ahí lo anunciado, puesto que se hizo una demostración de Filandón no Souto, en el que intervinieron los jóvenes del Valle contando historias, leyendas y relatos entre los castaños, partiendo desde el pueblo hasta llegar al soto.

Mención única y aparte se merecen dos magostos de la Cuenca del Sil (Santa Marina y Páramo). El primero tiene la declaración concedida de Fiesta de Interés Turístico Regional y el segundo se ha hecho coincidir con el Mercado Medieval Tradicional, digno de visitar, cumpliendo este año su II Edición.

Como servicio ciudadano, por si alguien se vio imposibilitado de disfrutar del magosto berciano, cabe poner en conocimiento de todos que el sábado día 14, en Bárcena del Bierzo, se organiza el Magosto-bis del Partido del Bierzo, como homenaje a los pueblos que inundó el Pantano hace ahora medio siglo.

Y, para cualquier rezagado, aún le quedaría otra oportunidad: el magosto deportivo de las Peñas de la S. D. Ponferradina, en los aledaños del Estadio.

Y el que subscribe va a deleitarse, con su aquiescencia, con unas castañas en leche “migadas” y, para mañana, vamos a ver si se puede aderezar un buen plato con castañas cocidas, inexorablemente con sus condimentos y aditamentos (lacón cocido, “cachola” y chorizos). Como lo haría mi abuelo, ni más ni menos.

MARCELINO B. TABOADA

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