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(1) Dios y viejas leyes

LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LEÓN

El estallido de la Guerra de la Independencia en 1808, hace ahora doscientos años, dinamitó las estructuras de un mundo irremediablemente chapado a la antigua, convirtiendo nuestro país en cruel campo de batalla donde se mezclaron fascinantes utopías con las más feas realidades del día a día. Memoria de sacrificio y aventura, en España, y por extensión en la provincia leonesa, comenzó el final del sueño de Napoleón Bonaparte
FirmaJavier Tomé Texto: Javier Tomé y José María Muñiz Lugarleón

La muerte puso punto final en 1788 al largo y fecundo reinado del monarca Carlos III, máximo valedor del despotismo ilustrado que impregnó la política española durante buena parte del siglo XVIII. Fue una época de cambios y transformaciones en aquel país atrasado y analfabeto, cuya forma de vida se ceñía al lema de Dios y viejas leyes . Entre los logros del desaparecido don Carlos, catalogado como el mejor alcalde de Madrid, se contaba la mejora en la red de infraestructuras, evidente en los caminos que se trazaron por entonces, o el llamado canal de Castilla que pretendía acercar los productos agrícolas de la meseta a los puertos del norte peninsular, con el objetivo de facilitar su salida comercial. El Antiguo Régimen, no obstante, presentaba enormes sombras y carencias, referidas por ejemplo a la vida cotidiana.

Aquel mundo de viejo cuño, sin grandes vicios ni virtudes, privilegiaba insultantemente a las clases más adineradas, dedicadas sin más al ocio y el juego. Y ello a pesar de la amenazadora presencia de la Inquisición, que seguía controlando el grado de religiosidad y buenas costumbres de los españoles. En cuanto a la educación, se reservaba en exclusiva a los hijos de los estamentos más altos en la cúspide social, mientras que la ignorancia campaba a sus anchas entre las clases campesinas y artesanas. Los gremios que antes regulaban las actividades económicas en las ciudades, conservando su pujanza desde los lejanos días de la Edad Media, comenzaron a declinar ante la ofensiva planteada contra ellos por las autoridades, convencidas de que la especialización del trabajo no se avenía con los nuevos tiempos.

Este era el panorama genérico del país cuando Carlos IV, después de una prolongada espera como príncipe heredero, ascendió al trono en 1788. Se trataba de un hombre recto y bondadoso, pero carente del carácter de su ilustre progenitor. De gustos sencillos y poco refinados, era aficionado a la caza y a las tareas manuales, para las que estaba muy bien dotado. Su mayor pasión consistía en arreglar relojes, manteniéndose ajeno a las tareas de gobierno. No ocurría lo mismo con María Luisa de Parma, su prima y esposa desde 1765, una mujer tan bella y seductora como dominante. Entusiasta del lujo y las vanidades de la corte, su desmedida ambición pronto comenzaría a socavar los cimientos del Antiguo Régimen.

Revolución en Francia

La real y peculiar pareja estaba rodeada por una serie de consejeros que ya destacaron en tiempos de Carlos III, como Floridablanca, Campomanes o el conde de Aranda. Un plantel de notables al que se fue sumando personajes con el carisma de Gaspar Melchor de Jovellanos, prototipo del ilustrado, cuyos esfuerzos por revitalizar el panorama artístico y reforzar las actividades económicas merecieron el reconocimiento unánime de sus paisanos en Asturias. O Francisco de Goya, nombrado pintor de cámara por Carlos IV, excepcional retratista y paisajista que supo reflejar como nadie el genio cruel del carácter español. Fruto del excepcional talento del aragonés, y referidos a aquella época, son los lienzos dedicados a las figuras más destacadas del momento, entre los cuales destacan el de los duques de Osuna, la duquesa de Alba y los propios monarcas. En opinión de los expertos, la importancia de esas telas no sólo radica en la perfección técnica alcanzada, sino en una mirada profunda e inquisitiva que parece escarbar en la intimidad psicológica de cada uno de los modelos. Apenas un año más tarde de su ascensión al trono, Carlos IV contemplaba estupefacto el estallido de la Revolución Francesa. El Tribunal de la Santa Inquisición tomaría cartas en tan espinoso y peligroso asunto, pues los disolventes principios de libertad que iban tomando cuerpo en la nación vecina inquietaban a España. Por ello, el Tribunal condenó dos artículos publicados en El Censor y en el Diario de Madrid , por estar llenos de doctrinas falsas, temerarias, erróneas y formalmente heréticas, sediciosas, seductivas de los pueblos, inductivas a rebeliones y a sacudir todo yugo de legislación eclesiástica y civil, destructivas de la moral cristiana, fomentadoras de tiranicidio y dirigidas a establecer la total libertad de conciencia e independencia de las Supremas Potestades . La revolución fue tomando un cariz cada vez más extremista y exaltado, así que llegado el verano de 1792 el rey de España intervino activamente en un intento por salvar la vida de su primo Luis XVI. Pero de nada valdría su mediación, pues el monarca galo fue enjuiciado y guillotinado el 21 de enero de 1793.

Relaciones peligrosas

Ambas fortunas acabarían por derrumbarse, dado que la nación no podía aceptar unas relaciones, las del propio Godoy con la reina, que trasgredían toda norma. La situación fue a peor tras la firma en 1796 del tratado de San Ildefonso, que ponía de hecho las tropas españolas al servicio de las francesas y en contra de la todopoderosa Inglaterra. Una alianza contra natura, tal como señala la catedrática María de los Ángeles Pérez Samper, entre un rey absoluto «por la gracia de Dios» y el gobierno revolucionario que había ejecutado a Luis XVI, otro Borbón. La guerra resultaría desastrosa desde su inicio, tal como demostró la derrota en la batalla naval del cabo de San Vicente, que aseguraba el dominio británico en el Atlántico. Todo ello aceleró la efímera caída en desgracia de Godoy, que fue apartado del gobierno en 1798. No por mucho tiempo, pues a comienzos del siglo XIX regresaba a lo más alto de la cúspide del poder, ahora con el título de Generalísimo. Tampoco era igual la situación en el país vecino, pues un golpe de Estado había elevado al corso Napoleón Bonaparte a la categoría de Primer Cónsul. Su genio político y militar pronto se haría sentir en nuestro país, valorado como una marioneta dentro de la ambiciosa estrategia con la que pretendía manejar los hilos de toda Europa. Así que convenció al iluso Godoy para realizar una campaña relámpago contra Portugal, aliado natural de Inglaterra, conflicto que apenas se prolongó durante dieciocho días y merecedor del poco honroso título de «Guerra de las Naranjas». Semejante avalancha de acontecimientos provocó una declaración de guerra contra los revolucionarios franceses, motivada por los excesos cometidos . De esta forma se entraba en la coalición que comprendía a la práctica totalidad de naciones europeas, decidida a acabar por la fuerza con un régimen que pretendía finiquitar el eterno binomio de religión y tradición. Los primeros éxitos de las armas hispanas, que al mando del general Antonio Ricardos lograron penetrar en el Rosellón, dieron paso en 1794 a una serie de contundentes reveses. Las tropas de la Convención entraron en nuestro país y tomaron San Sebastián entre otras plazas importantes, llegando incluso a las mismas puertas de Pamplona. Finalizando este mismo año se hizo evidente que los ejércitos de la coalición eran incapaces de doblegar a las tropas revolucionarias, entablándose negociaciones que concluyeron con la firma del tratado de paz de Basilea, el día 22 de julio de 1795. España y el país vecino se reconciliaron momentáneamente una vez que los galos devolvieron todos los territorios conquistados, a cambio de la entrega de la zona oriental de la isla de Santo Domingo. Para entonces, un nuevo personaje había entrado en la escena pública madrileña como un auténtico torbellino. Se llamaba Manuel Godoy y era originario de Badajoz; desde su puesto en la Guardia Real se ganó el favor incondicional de los monarcas, especialmente de María Luisa de Parma, enamorada del joven militar así descrito por Alcalá Galiano: de alta estatura, lleno de carnes, aunque no gordo, a punto de llevar la cabeza algo baja, de pelo rubio y de color muy blanco, rara coincidencia en un hijo de Extremadura . Gracias a la fe ciega de la pareja en su «amigo Manuel», Godoy fue ascendiendo como la espuma en el escalafón, recibiendo los cargos y honores de cadete, ayudante general, brigadier, mariscal de campo, sargento mayor de la guardia, gentilhombre de cámara, comendador de la orden de Santiago y duque de Alcudia con grandeza de España. Casado por conveniencia con Teresa de Borbón y Vallabriga, prima del rey, compartía su agitada vida sentimental con Pepita Tudó y con la propia María Luisa de Parma, irregular situación que provocaba escalofríos de indignación entre la vieja nobleza española, incapaz de aceptar a tan codicioso advenedizo. Los monarcas no eran de la misma opinión, pues le nombraron en 1792 secretario de Estado y del Despacho Universal. Y tras la firma del tratado de Basilea, fue reconocido con el título de Príncipe de la Paz. El propio Godoy, en sus Memorias , justificaba de esta forma su meteórica carrera: No fue culpa ni ambición de parte mía que se hubiera propuesto y quisiese Carlos IV tener un hombre de quien fiarse como hechura propia suya, cuyo interés personal fuera el suyo, cuya suerte pendiese en todo caso de la suya, cuyo consejo y cuyo juicio, libre de influencias y relaciones anteriores, fuese un medio más para su acierto o su resguardo, en los días temerosos que ofrecía Europa. Por esta idea, toda suya, me colmó de favores, me formó un patrimonio de su propio dinero, me elevó a la grandeza, me asoció a su familia y ligó mi fortuna con la suya.
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Un BERCIANO entre los 29 nombres del cuadro de Goya.

Los 29 nombres del cuadro de Goya

Fusilamientos de Príncipe Pío.
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Fusilamientos de Príncipe Pío.
Actualizado domingo 27/04/2008 17:42 (CET)
JUAN CARLOS DE LA CAL (CRÓNICA)
Observe la silueta gris que aparece junto a estas líneas. No es la figura más conocida del cuadro de Goya pero sí la única identificada. La tonsura de su cabeza y el hábito que lleva indican su condición de sacerdote. Se trata de Francisco Gallego Dávila, presbítero y sacristán del Real Convento de la Encarnación de Madrid. Uno de los 43 hombres -insurgentes madrileños, como les llamarían hoy- fusilados en la madrugada del tres de mayo de 1808 en la montaña madrileña del Príncipe Pío.
"Va a ser casi imposible identificar a los 14 restantes porque en los archivos se confunden los lugares de enterramiento de muchos de los fusilados esa noche en Madrid. Y es una pena porque no hay nada peor que pasar a la Historia como un soldado desconocido", asegura Luis Miguel Aparisi, historiador que acaba de publicar un libro, -El cementerio de la Florida, editado por el Instituto de Estudios Madrileños-, donde se recoge por primera vez los perfiles de todos los masacrados.
Durante seis meses, Aparisi, miembro de la Sociedad Filantrópica de Milicianos Nacionales Veteranos -encargada del camposanto donde están enterrados los fusilados-, revisó 8.000 folios del Archivo de la Villa hasta determinar las nuevas identificaciones. "Repasé las reclamaciones de sus familiares al Ayuntamiento, donde solicitaban pensiones para sí -cuatro reales diarios de por vida para las viudas-, medallas para sus difuntos y trabajo para sus hijos. Estuvieron 80 años de papeleos. Después se olvidaron para siempre", recuerda Aparisi.
Algunas de las historias de los arcabuceados -este sería el término correcto- aquella noche son singulares. Empezando por la del propio presbítero, que "después de batirse valerosamente en las inmediaciones del Palacio Real fue hecho prisionero con las armas en la mano". Al contrario que el resto de las víctimas -que fueron elegidas por sus verdugos en un sorteo entre todos los cautivos-, a Francisco Gallego le seleccionó el propio Murat, cuñado de Napoleón y responsable de las tropas francesas, tras inspeccionar personalmente los calabozos por ir, trabuco en mano, matando franceses por las calles de Madrid. "Quién a hierro mata, a hierro debe morir...", cuentan las crónicas que le dijo el militar para justificar su decisión.

Los albañiles

Las nuevas identificaciones han rescatado también del olvido, la historia de los albañiles que trabajaban en la restauración de la iglesia de Santiago y que se enfrentaron como una milicia organizada a los soldados franceses. Tres de ellos -José Reyes Magro, Antonio Méndez Villamil y Manuel Rubio- acaban de ser añadidos a la lista de ejecutados con sus compañeros de obra: Antonio Zambrano, Domingo Méndez, el carpintero Fernando Madrid y José Amador.
Los obreros fueron capturados a pie de andamio, desde el que bombardeaban al enemigo -un batallón de soldados polacos al servicio de los franceses que entró en el templo- con ladrillos, piedras y cascotes. Dos de ellos murieron en ese escenario mientras que el resto fue fusilado esa misma noche en la montaña de Príncipe Pío.

Los de Hacienda

"Los soldados no se andaban con chiquitas. Hay casos de comunidades enteras de vecinos pasadas a cuchillo porque les arrojaron piedras desde las ventanas y no consiguieron localizar al culpable. La represión fue fortísima", recuerda José Luis Sampedro, presidente de la Sociedad Filantrópica que custodia el cementerio.
Además de los tres obreros, entre los nuevos identificados destacan: Anselmo Ramírez de Arellano -empleado del Resguardo de la Real Hacienda, natural de Daimiel y con su mujer embarazada de su tercer hijo- compañero de trabajo de otros dos ajusticiados ese día: Juan Antonio Serapio y Antonio Martínez-; el dependiente de Rentas Reales Juan Antonio Martínez del Alamo y un tal Gabriel López.
Aunque el levantamiento fue eminentemente popular -la mayoría de los oficiales del ejército, nobles y ricos se quedaron al margen-, hubo casos de comerciantes que juntaron a sus empleados para resistir a los invasores. Como el dueño de una botillería en la Carrera de San Jerónimo, José Rodríguez o Julián Tejedor de la Torre, 41 años, platero con tienda abierta en la calle Atocha, o el guarnicionero Lorenzo Domínguez -también identificado ahora- con comercio en la Plazuela de Matute, que se echaron a la calle armados de sus pistolas a pelear en la explanada frente al Palacio Real.
Fueron capturados en la Plaza Mayor y conducidos al paredón del cuadro de Goya. En la lista de víctimas, datada en 1816, se añade la siguiente escena: "Yendo preso Tejedor, encontró en la calle de los Milaneses a un compañero de profesión y, conociéndole, cruzó las manos y elevó los ojos al cielo en ademán de humilde resignación".

El platero

Julián, el platero, dejó tres hijos menores que se quedaron huérfanos cuando su madre murió también al poco tiempo "a impulsos del sentimiento", como figura en el registro. De pena. Los pequeños fueron repartidos entre los familiares que cursaron las comentadas reclamaciones al Ayuntamiento.
Otro comerciante fusilado fue José Lonet y Riesco, dueño de una tienda de mercería en la plaza de Santo Domingo, recién licenciado del ejército y padre de un niño de ocho años. En un escrito de reclamación, un vecino aseguró que Lonet fue detenido "porque los franceses le cogieron con unas balas que encontró en la calle de la Inquisición".
"Su caso podría ser el de tantos otros paisanos detenidos y ejecutados sin pruebas ni juicio sólo porque pasaban por ahí en un momento poco oportuno", asegura Sampedro. Esa pudo ser la situación del palafrenero del infante Don Carlos, identificado también recientemente, Juan Antonio Alises, natural de Villarrubia del Guadiana, que, según su viuda, fue cogido por una patrulla francesa en la calle de Los Reyes "sólo por llevar un sable en la mano". Dejó una hija de cinco años.

El jubilado

Otro de los últimos identificados, oficial jubilado de embajadas, Miguel Gómez Morales, estaba en la Puerta del Sol cuando estalló el tumulto. Movido por la curiosidad se acercó con un amigo a la Plazuela de Palacio donde se combatía duramente. Capturado, cuando le llevaban en una cuerda de presos, al pasar por la puerta de las Caballerizas Reales, vio a uno de sus ayudantes y le pidió que buscase a alguien que intercediese por él. No pudo salvarle del pelotón.
Sólo hubo un militar ajusticiado en Príncipe Pío: Manuel García, soldado del regimiento de Infantería del Estado, destinado a la defensa del Parque de Artillería de Monteleón, donde le cogieron los galos. Probablemente, fue designado a dedo para encarar el fusilamiento. El único caudillo popular reconocido entre las 43 víctimas es el arriero leonés Rafael Canedo, capturado en la Puerta del Sol tras unas duras refriegas. Los invasores le acusaron de dar muerte a golpe de navaja a varios mamelucos -tropa egipcia mercenaria, cuyos alfanjes sembraron el terror entre los madrileños- por lo que se entiende que fue de los primeros en morir. Sin embargo, una de las historias más sorprendentes de aquella noche es la de Juan Suárez, el único superviviente de los fusilamientos. Su relato, guardado en el Archivo de la Villa, es el único testimonio que existe sobre lo que pasó. Al comenzar los tumultos, dejó en su casa a su mujer, sus tres hijos y a su madre sexagenaria y se fue a pelear al Parque de Artillería de Monteleón. Allí, la guardia polaca le hizo prisionero y acabó en la montaña de Príncipe Pío.
"Ya de rodillas para recibir las descargas", cuenta él mismo, "pude desasirme de mis ligaduras y tenderme en el suelo, echándome a rodar por una hondonada. Cuando me levanté, magullado, disparáronme algunos tiros, y aún trataron de perseguirme, cortándome la retirada; pero yo, más ágil, les gané la tapia que salté, yendo a refugiarme a la iglesia de San Antonio de la Florida".

Los de Palacio

Su declaración fue clave para identificar a Francisco Bermúdez y López de Labiano, ayuda de Cámara de Palacio y hermano del "organista de campanillas" del Monasterio de El Escorial. Era segoviano. Apenas comenzó el tumulto en la Plaza de Palacio, cogió una carabina y salió de su casa. Fue herido en una pierna y su rostro quemado por la pólvora. "Le prendieron por ir todavía armado de su carabina...".
El ajusticiado de más edad era Antonio Mazías de Gamazo, 66 años, del pueblo leonés de Pedrosa del Rey, hoy bajo las aguas del pantano de Riaño. El más joven, Manuel Antolín Ferrer, 21 años, jardinero del real sitio de La Florida. El resto de los identificados son: el mozo de tabaco Domingo Braña; el maestro cerrajero Bernardo Morales; el escribano real Francisco Sánchez Navarro; el cantero de 30 años Martín de Ruicabado, y el maestro de coches Francisco Escobar y Molina.
Nadie ha podido encontrar a ningún descendiente de estos 29 ajusticiados. El tiempo protegió con el anonimato sus linajes, ahora rescatados para el bicentenario. Y si apareciera alguno sería apenas para gritar: "¡Nunca más!".
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[LA PINTURA] Un berciano frente a los franceses



| Reportaje | Ecos de la Guerra de la Independencia |
Camponaraya rinde homenaje con una exposición a Rafael Canedo, un hijo del municipio inmortalizado con camisa blanca por Goya en el cuadro Los fusilamientos del 3 de mayo
FirmaM. C. Canedo Lugarcorresponsal | camponaraya

El recinto ferial de Camponaraya acogerá a partir del próximo 24 de marzo, lunes de Pascua, la más completa exposición sobre la Guerra de la Independencia que cumple su bicentenario. La muestra que se compone de mapas, maquetas, vestimentas y armas de la época podrá visitarse hasta el 12 de abril, en horarios de mañana y tarde. La exposición también contará con la proyección de un documental y un guía que explicará a los visitantes todos los detalles de la contienda, con especial incidencia en los fusilamientos del 2 y el 3 de mayo. Se trata, según reconocía ayer el alcalde de Camponaraya en la presentación oficial de la exposición, de un recuerdo a aquellas personas que murieron por defender sus ideales y la libertad, entre ellos, el vecino de Camponaraya, Rafael Canedo, inmortalizado por Goya en el cuadro Los fusilamientos del 3 de mayo. Un berciano con las manos en alto y camisa blanca ante el pelotón en la montaña de Príncipe Pio en Madrid, cuya imagen está ya grabada en la retina de todos los españoles.

En este sentido, según adelantó el regidor, Antonio Canedo, se firmará en próximas semanas un convenio de colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y el Ministerio de Defensa para que alumnos de la Facultad de Bellas Artes realicen una escultura conmemorativa que se colocará en el nuevo puente sobre el río Naraya que se construirá en la localidad. «Aunque no sabemos muy bien que será al final, queremos una escultura que haga referencia al cuadro de Goya -Los fusilamientos del 3 de mayo- que colocaremos en el puente del río que con las obras de ordenación del Naraya se va a reformar. Será una escultura que supondrá un homenaje a Rafael Canedo y al bicentenario de la Guerra de la Independencia», esgrimió Canedo. El Ayuntamiento de Camponaraya ha cursado invitaciones a todos los colegios de la comarca para que visiten la exposición del bicentenario. Los alumnos que acudan recibirán material didáctico que entregará el consistorio y el Instituto de Estudios Bercianos.
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León se alzó la primera contra Napoleón

Un texto inédito prueba que
El célebre coronel escribió: «El 24 de abril los habitantes fieles de León gritaron: mueran los franceses»
Un manuscrito de Luis de Sosa certifica que esta provincia se levantó en armas antes que Madrid

FirmaAntonio Viñayo (*) Lugarleón
Un texto inédito prueba que León se alzó la primera contra Napoleón
Retrato del coronel Luis de Sosa

Luis de Sosa y Tovar, protagonista de la jornada del 24 de abril de 1808, futuro coronel y comandante general de León y su provincia contra los invasores franceses, nos da él mismo un resumido currículum de su vida en una relación oficial de méritos, presentada en varios ministerios el 15 de junio de 1828: «Es de edad de cincuenta y cinco años, de calidad noble y acreditada limpieza de sangre, natural del pueblo de Vidanes (nacido en 1792), en el Reyno de León, e hijo legítimo de don Josef de Sosa y Tovar y de doña Teresa Rodríguez Suárez. Siguió la carrera literaria doce años, habiendo cursado los cinco últimos de estudios mayores en la Real Universidad de Valladolid. Entró en la militar en veintiocho de diciembre de mil setecientos noventa y siete, habiendo sido admitido al servicio de S.M.: en el Cuerpo de guardias de su real persona, cuya plaza juró en siete de enero de mil setecientos noventa y ocho, y sirvió hasta el fin de octubre de mil ochocientos cinco. Pasó al de destinos políticos en el citado año de mil ochocientos cinco, en el que le confirió S.M. la administración de la Real gracia de Excusado del Departamento de Mansilla, en la diócesis de León, y la graduación de teniente de Caballería...». Desempeñando y viviendo de este modesto empleo de recaudador para el rey de la contribución de Excusado, o de los diezmos de la casa más rica de cada pueblo, le amaneció a Luis de Sosa la jornada del 24 de abril de 1808, en una España desconcertada y sin pulso, en plena anarquía política, en aquel desdichado mes de abril. Napoleón, bajo apariencias de amigo, aliado y protector , había enviado al Norte de Europa 14.000 soldados españoles para que no se le opusieran en la conquista de España. 1000 franceses tenían ocupadas las ciudades de Pamplona y su ciudadela, la de Barcelona -instalados en Monjuich-, Vitoria, Burgos, Valladolid y Salamanca. El recién nombrado rey de España, Fernando VII, alejado de la patria con engaños y retenido en Bayona, hacia donde viajaban los reyes destronados, Carlos IV y su esposa María Luisa, reclamados por Bonaparte. En Madrid, apoyado por 25.000 soldados franceses, gobernaba el mariscal Murat, cuñado del emperador y árbitro militar y político del territorio español. En estas circunstancias, el Ayuntamiento de León, como protesta contra el caos y la solapada invasión francesa, convocó las fiestas de la coronación de Fernando VII, el Deseado, y encargó al recaudador Luis de Sosa, con fama ya de literato y poeta, la proclama de convocación, cuyo texto es ampliamente conocido. En él no se declaraba explícitamente la insurrección contra Napoleón, porque oficialmente todavía era amigo y aliado de España, pero Luis de Sosa nos dejó la clave para la interpretación de sus palabras: atender al espíritu más allá de la letra, cuando las circunstancias no permitían más que veladamente expresarse... De hecho, la proclama leonesa del 24 de abril se comentó en toda la nación, la publicó la Gaceta de Madrid y, al enterarse Murat, mandó recoger y quemar toda la edición, y reeditar el número sin proclama. Al ocupar las tropas francesas la ciudad de León, el primer nombre que traían en sus listas era el del autor del manifiesto, para encarcelarle y, quizá, para algo peor.

En esta misma página se reproduce el texto manuscrito de la valoración que hace Sosa de la jornada leonesa del 24 de abril de 1808 (y su traducción). Lo conservo en mi poder, y llegó a mis manos de manera sorprendente. (*) Antonio Viñayo es abad emérito de San Isidoro, historiador y depositario de algunos documentos de Luis de Sosa.
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A revolta dos irmandiños Bercianos de 1467.

Nota de VRedondof :

a mi me encanta leer estas historias antiguas del Bierzo , y las recojo de donde puedo.Lo que si quiero que quede claro es que no tengo nada que ver con fala Ceibe , obierzo Ceibe o sus derivaciones , es mas soy contrario a que se POPULARICEN demasiado los "idiomas varios" de ESPAÑA .

Como ejemplo quiere esto decir que NO PERMITI bajo ningún concepto que mis hijos "perdieran el tiempo" ( que me perdonen los que no estén de acuerdo) con las susodichas lenguas , el  objetivo con mis hijos estuvo en que después del CASTELLANO , se centraran en el INGLES , hasta que SOÑARAN EN INGLES .

Ahora que tengo NIETOS habrá que ir pensando que un idioma a AMPLIAR sera el chino mandarín.
Hace tiempo ley lo del IDIOMA ESPERANTO, este si que era UN GRAN PROYECTO , un idioma común para todos los habitantes de la tierra  ... tengo que ver que paso con aquello , lo averiguare y publicare...


A revolta dos irmandiños Bercianos de 1467.

Etiquetas:, — ebierzo | 23 Abril 2008 |

Una colaboración de Xabier Lago Mestre, obierzoceibe.blogspot.com.

La documentación histórica conservada aporta escasos datos sobre las repercusiones de la revuelta de los comuneros de Castilla en El Bierzo. Lo contrario acontece con la intervención directa del levantamiento de los irmandiños gallegos en la región berciana. A pesar de que contamos mayoritariamente con testimonios derivados de las fuentes controladas por los poderosos –nobleza, clero y corona-, contrarios a este proceso antiseñorial, cada nueva investigación resalta más la importancia que tuvo el conflicto irmandiño.

La revuelta irmandiña se localiza en el reino de Galicia, durante los años 1465-1468. En este período se produce una guerra civil entre los señores por las disputas territoriales, en parte condicionada por la falta de control real en este reino. Ante la falta de justicia se crea la Irmandade galega que estaba integrada en la Hermandad General de Castilla y León. La Irmandade galega tendrá como objetivos: perseguir malhechores, hacer respetar la justicia y dar seguridad a las gentes. Pero como muchos de esos malhechores eran favorecidos por los propios señores, los irmandiños arremeten directamente contra estos últimos, por lo que el levantamiento popular deriva en lucha antiseñorial.

Uno de los nobles gallegos afectados por la revuelta fue el primer conde de Lemos, Pedro Álvarez Osorio, con importantes posesiones territoriales en El Bierzo. En 1465 el conde declara sus temores a la Irmandade porque "le eran contrarias, y podía ser le quisiesen tomar sus tierras". De ahí que en febrero de 1467 elija a su hijo, Alonso Enríquez, "para que más libremente pudiesse defender sus tierras de las hermandades de Galicia, que (…) haçiansse superiores". En marzo de ese año se produce el lanzamiento de la sublevación irmandiña, "contra todos los caballeros e señores de Galicia, en tal manera, que no quedaron en ellos sendos servidores que los sirviesen. Echaronlos de todos sus bienes e heredamientos, que no solo vasallo ni renta no les dexaron, deribaronlos todas las fortalezas, toviendolos cercados, tirándolos con grades trabucos e otros pertrechos".

El hijo del conde de Lemos muere en el monasterio de Samos, en agosto de 1467, acontecimiento que es aprovechado por los irmandiños para atacar las fortalezas de Monforte, Castro Caldelas, Sarria, Moeche, y posteriormente, las bercianas de Valboa, Sarracin, Cornatelo, Corullón, Pena Ramiro y Ponferrada. El conde de Lemos presentó batalla a los irmandiños en Monfierro, "e venciolos, e mato CCCC o mes dellos, e cercaronlo después en Ponferrada, e defensioseles porque era villa fuerte, e porque se le allegaron muchos caballeros e escuderos que andavan desterrados de lo suyo, e otro si lo ayudo el conde don Álvaro de Trastámara", según el cronista Lope García de Salazar.

El conde de Trastámara, Álvaro Pérez Osorio, posteriormente primer marqués de Astorga (1465), apoyó en principio a los irmandiños, para luego pactar con el conde de Lemos, a cambio de la entrega por éste de los castillos de Sarria y Chantada. Pero este acuerdo entre los dos nobles fue forzado por las negativas circunstancias bélicas que atravesaba el conde de Lemos, ante el ataque irmandiño en El Bierzo, de ahí que declarase en septiembre de 1467 que "haría la donación quel marqués le pedia por librarse de el y que cesasen las armas, mas que la haría forzado y contra su voluntad".

En febrero de 1468, vecinos de Ponferrada, Villafranca y Cacabelos acuden con el conde de Lemos ante la Hermandad General de Castilla y León, para organizar la resistencia contra los irmandiños. La Junta de la Hermandad, reunida en Madrigal, emite un documento que insta a "vecinos e moradores del Bierzo" a "enbiar las gentes y dineros" que le correspondían a la Hermandad de Castilla, según los repartimientos previstos. El conde de Lemos procura el apoyo de la Hermandad de Castilla para desactivar la intervención de los irmandiños.

Todo esto demuestra que el conde de Lemos tenía apoyo en El Bierzo, en las principales villas. Pero también los bercianos formaron parte activa del movimiento irmandiño. Sabemos que el conde de Lemos encarceló al escudero Alvar Sánchez, que poseía la tierra de Arganza, por apoyar a los irmandiños y participar en el cerco de Ponferrada, "e lo metieron en el castillo, en el suétano. E yasió allí fasta un mes". Un testigo declara "que quando lo sacaron para lo asaetar, lo pregonaban deziendo que veniesen a ver la justicia que mandava fazer el conde a aquel onbre que fuera su criado e fuera contra el".

La represión del conde de Lemos, tras la derrota definitiva de los irmandiños, no siempre tuvo los efectos trágicos comentados. En otros casos, se exigió a los vasallos la serventía, es decir, la realización de trabajo manual gratuito a favor del conde, caso de la reconstrucción de los castillos derribados de Cornatelo y Pena Ramiro. De nada sirvieron las demandas de los vasallos que "se quexaban al dicho conde diciendo que porque les azia e mandava a sus vasallos que viniesen a axudarle hacer sus fortalezas e que dicho conde dezía e respondía a lo susodicho que pues todos fueran en ayuda de derrocallas que también abian de ser todos en ayuda a corregillas e azellas", según declaraciones en el Pleito Tabera-Fonseca. Así pues el propio conde reconocía públicamente el apoyo generalizado de sus vasallos al movimiento antiseñorial irmandiño. Por lo menos el conde de Lemos no siguió el consejo que le dio otro noble gallego, Pedro Pardo de Cela, que le recomendaba que "llenase los carballos de vasallos", a lo cual respondió nuestro conde que "no se había de mantener de los carballos".

O Bierzo, abril de 2008.
www.obierzoceibe.blogspot.com

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s2t2 -Provincia del Bierzo durante el Trienio Liberal (1820-1823)

miradas3-PERSONAJES COSTUMBRES

De la web del Instituto de Estudios Bercianos hemos sacado un breve resumen correspondiente a la Provincia del Bierzo durante el Trienio Liberal (1820-1823).
Debemos tener en cuenta que el proceso de Revolución Burguesa no sólo se caracteriza por la puesta en práctica de reformas económicas y sociales, sino que también lleva a cabo transformaciones de tipo político-administrativas como son el establecimiento de un sistema político constitucional y centralizado desde el punto de vista territorial, que supere los diversos "particularismos" propios del sistema feudal evolucionado. De ahí que una de las reformas llevadas a cabo a lo largo del proceso revolucionario fuesen las de carácter administrativo.
Ya con José Bonaparte se adscribe el Bierzo a la prefectura de Astorga y, al mismo tiempo, las Cortes de Cádiz emprenden también su propia reforma que se ve truncada por el restablecimiento del absolutismo.
De esta forma, es en el llamado Trienio Liberal (1820-1823), un nuevo período constitucional, cuando se lleva a cabo una división del reino en provincias. Entre las 52 en las que se divide figura la Provincia del Bierzo, con Villafranca como capital; de ahí que se la conociese también como Provincia de Villafranca. Su creación no pudo ser aprobada en el período ordinario de sesiones de las Cortes (1820/21) debido sobre todo a las rivalidades entre Ponferrada y Villafranca, entre otras causas. Por esta razón se aprueba en las sesiones extraordinarias de septiembre de 1821, y más concretamente, el 15 de octubre, publicándose al día siguiente en la Gaceta de Madrid. La aprobación definitiva es por Decreto de las Cortes de 27 de enero de 1822. Esta provincia comprendía los Partidos Judiciales de Villafranca, Ponferrada, Toreno y El Barco de Valdeorras.

Inicialmente presentaba los siguientes límites:
" Por el Norte, la cordillera que actualmente divide a Asturias de León desde el monte del Cuadro, origen del río Cúa, hasta el nacimiento del río Sil en Leitariegos; al Este, la línea divisoria de aguas al Cabrera y Eria, monte Teleno, puertos de Foncebadón, Fonfría, Manzanal y la divisoria al Sil y al Orbigo, pasando por la montaña de Salientes y siguiendo al collado de Cerredo y puerto de Leitariegos; al sur, las sierras de Cabrera que dan origen al río de este nombre; y por el oeste, el antiguo límite de Galicia desde el monte del Cuadro hasta el origen del Bisuña; de allí seguía por los montes que forman el valle de Orres hasta el puente de Cigarrosa, desde donde continuaba por los altos a buscar las sierras del Exe y Peña Trevinca, siguiendo por el nacimiento del río Casoyo a unirse con las sierras de Cabrera, el valle de Orres y los concejos del Sil de arriba y de Abajo, Salientes, Salentinos y Valseco, Tejedo y Mata de Otero quedaban comprendidos en esta provincia".
En agosto de 1822, las diputaciones de Villafranca, León y Orense presentaron una rectificación de estos límites a las Cortes que ya no llegarían a aprobar debido a su disolución y al restablecimiento de nuevo del absolutismo.

Esas rectificaciones establecían:
"Por el norte comienza la línea divisoria en el santuario de Nª Sra. de Carrasconte, entre las Babias que quedan acogidas a León y Laciana al Bierzo; sigue por entre la Vega de los Viejos y Lumajo hasta la cumbre de este último pueblo, continuando con la raya con Asturias a buscar el puerto de Leitariegos; camina por los de Cerredo y Cienfuegos a buscar el monte del Cuadro. Por el Poniente, a partir del Cuadro sigue por las sierras de Palo, Pozo, Comeal hasta el puerto de Piedrafita desde donde marcha por las sierras del Cebrero y monte del Faro que dividen aguas a los ríos Valcarce y Lor, Bisuña y Quiroga, hasta buscar el nacimiento del río Soldón; marcha por el curso de este río hasta su confluencia con el Sil; sigue por la margen derecha del Sil hasta su unión con el Bibey; continúa subiendo por la margen derecha de este río hasta el pueblo de Baho inclusive. Por el sur, partiendo del estribo de montaña que hay al Mediodía de dicho pueblo y norte de Buján, sigue hasta el monte de S. Bernabé desde el cual corre por las montañas que dividen las aguas de los valles del Bollo y Viana hasta encontrar los altos de Sobre Ramilo; desde este punto marcha por lo más elevado de las sierras de Porto y Calva a Peña Trevinca, continuando desde aquí a las montañas de La Cabrera que forman las grandes vertientes a los ríos Duero y Sil, siguiendo por la sierra del Yugo. Por el oriente, a partir de la sierra del Yugo, va por los montes de la Portilla, el Colinas y pasando por el oeste de Corporales sigue a lo alto del monte Teleno, sierra de Osma, Foncebadón, Fonfría, dirigiéndose al este de Manzanal, marcha por las montañas aguas vertientes al Sil y Orbigo hasta la montaña de Salientes, situada al oriente de dicho pueblo, desde la que pasa a Río Obscuro y Villar Quemado, para morir de nuevo en el santuario de Carrasconte".

Como máximo órgano político-administrativo de la provincia se constituyó la Diputación en Villafranca, instalándose en el Colegio de los Jesuitas (actual PP. Paúles), que habían sido expulsados a finales del s. XVIII.
Finaliza el Trienio Liberal y el propio régimen constitucional, debido a los levantamientos llevados a cabo por realistas y por la llegada a la península de tropas francesas ("Cien Mil Hijos de S.Luis"), intervención que hay que situar en el nuevo contexto político-territorial europeo tras la derrota definitiva de Napoleón. Esta invasión francesa se produce el 7 de abril de 1823 y a primeros de julio es ocupado el Bierzo por realistas y tropas francesas. Por un decreto de 1 de octubre de 1823 se declaran nulas todas las actuaciones del Gobierno Constitucional, entre ellas la división en provincias.

Cuando muere Fernando VII, por un decreto de 30 de Noviembre de 1833, se establece una nueva división provincial (obra de Javier de Burgos), en la que el Bierzo aparece integrado en la provincia de Léon, salvo el caso de Valdeorras y once pueblos de la antigua merindad de Aguiar que se integran en la de Orense.

Aunque hubo intentos teóricos (regencia de Espartero, bienio progresista -1854/55-) de constituir de nuevo la provincia, lo cierto es que hasta el momento actual la división provincial de Javier de Burgos es la que ha permanecido
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s2t2 -EL RECONOCIMIENTO INSTITUCIONAL DE EL BIERZO,

EL RECONOCIMIENTO INSTITUCIONAL DE EL BIERZO,
Por Xabier Lago Mestre, Pte. Asociación Cultural Fala Ceibe do Bierzo.
obierzoxa@lycos.es

El proyecto de Estatuto de Autonomía de Castilla y León, que se está tramitando en el Parlamento regional, reconoce en su Preámbulo "la pluralidad y singularidad de sus territorios, entre los que se encuentran realidades como la Comarca de El Bierzo con una prolongada trayectoria institucional (...)". Desde luego resulta oportuno hacer esta distinción especial para este peculiar territorio periférico, no sólo por su devenir institucional sino también por la variada caracterización geográfica, histórica, geofuncional, sociopolítica, cultural y lingüística. Sin embargo, en esta ocasión analizamos únicamente la especificidad institucional. No haremos referencia a instituciones medievales como el condado, la tenencia o la merindad de El Bierzo, nos centraremos en el seguimiento de la provincia de El Bierzo.

A fines del siglo XV la disputa por la sucesión en el condado de Lemos, al cual pertenecía gran parte de El Bierzo occidental, supuso la rebelión armada del pretendiente Rodrigo contra los Reyes Católicos. Estos finalmente derrotaron al sublevado, lo que permitió la creación del marquesado de Villafranca y la compra de Ponferrada por la Corona (1486). En esta nueva villa realenga se estableció de inmediato el corregimiento. En la documentación de la época el corregimiento aparece vinculado a la provincia de El Bierzo. A título de ejemplo tenemos la carta de separación de los judíos (1488), "a Juan de Torres, nuestro alcayde e corregidor de la villa de Ponferrada con la provincia del Bierzo (...)

El corregidor de Ponferrada, como autoridad real con competencias en la dicha provincia, entraba en conflicto con la jurisdicción de los oficiales señoriales. De ahí que desde Ponferrada se reclamase extender su ámbito de actuación a dichos señoríos, "junte las dichas abadías y lugares con la jurisdicción de Ponferrada en lo civil y criminal o a lo menos en lo criminal (...) porque esta tierra de Galicia es aparejada para ello más que otra" (1509). El corregidor podía intervenir de manera extraordinaria, mediante comisión real, en los conflictos señoriales de El Bierzo o fuera de el, como aconteció en el pleito entre el consejo general de Laciana y el conde de Luna (1570).

El corregidor de Ponferrada y de la provincia de El Bierzo tuvo numerosos conflictos con el adelantamiento de León. En este sentido, en 1567 se demandó que la justicia de los alcaldes mayores de la audiencia leonesa recayese en el corregidor de Ponferrada porque "no puede haber justicia de los negocios que ofrecen en El Bierzo por estar lejos de donde suele residir la audiencia y que más conviene que se el cometan los negocios de aquella provincia a el corregidor de Ponferrada que la quiten a el adelantamiento de León (...)". Cuando en 1597 se fijan los límites del adelantamiento de León se incluye en el a la provincia de El Bierzo, "este fito de piedra tiene cruz en una lado y divide los reinos de León y Galicia, y de allí baja por los fines de la provincia del Bierzo que queda en el distrito deste adelantamiento (...)". Pero hay que resaltar que los territorios dependientes del corregimiento de Ponferrada estaban exentos de la jurisdicción del adelantamiento de León, pues ésta sólo se ejercía sobre los señoríos.

Durante la Edad Moderna la ciudad de León tenía el privilegio de la representación en Cortes castellanas de tres distritos, a saber, el principado de Asturias, los partidos de León y Ponferrada. En los sucesivos repartimientos mayores de los servicios aparece la contabilidad fiscal de las tres zonas claramente desglosada. Posteriormente, en el repartimiento menor se especificaba lo que correspondía pagar a cada villa y lugar, siendo Ponferrada el núcleo receptor de las rentas reales de la provincia de El Bierzo. Luego podemos hablar de la existencia de cierta "autonomía fiscal" de esta provincia a nivel de la distribución impositiva y de la recaudación.

En la documentación histórica aparecen constantes menciones a la provincia de El Bierzo, "Justicia y Regimiento de la Merindad de la Somoza de San Cosmed, en la provincia del Bierzo, Reino de León" (1695). Lo mismo acontece en las Respuestas del Catastro de Ensenada (mediados del siglo XVIII), dadas por los pueblos, "(...) así es conocido en esta provincia del Bierzo" (Boeza). El conocido mapa del partido de Ponferrada, del geógrafo Tomás López, indica "que suelen llamar regularmente Provincia del Vierzo" (1786). La relación de cargos del corregidor de Ponferrada, en 1814, incluye "(...) de esta Villa de Ponferrada y su Provincia del Vierzo.

La existencia de la provincia de El Bierzo, durante el Antiguo Régimen, fue un firme antecedente que favoreció la creación de la provincia de Villafranca, mediante el Decreto de 27 de enero de 1822. Pero el centralismo liberal de Javier de Burgos suprimió definitivamente la provincia de El Bierzo. A pesar de esto, la fuerte tradición provincialista de los bercianos estimuló las continuas demandas ante las Cortes a favor de la recuperación de la secular institución. También hay que destacar los numerosos proyectos provincialistas para España que incluyeron la creación de la provincia de El Bierzo (Madoz, Caballero, Mallada, etc), además de otras varias propuestas regionalistas que comprendían a El Bierzo en Galicia (Picavea, Cereceda, etc).

Finalizamos diciendo que esta peculiar dinámica institucional de El Bierzo en la historia representó un claro reconocimiento de su especificidad territorial. Tras la constatación de la secular tradición provincialista resulta escasa la actual concesión legal de un simple ente comarcal. Por eso la comentada mención a El Bierzo, en el Preámbulo del proyecto de Estatuto de Autonomía de Castilla y León, debería ser el punto de partida para un reconocimiento más adecuado, mediante un artículo propio en el Título III de la Organización Territorial, referido expresamente a la "entidad territorial singular" de El Bierzo y su órgano de gobierno, el Consejo General.

Ponferrada, noviembre de 2006.
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El Ídolo de Noceda

FORO CULTURAL POR LA PROVINCIA de EL BIERZO


EL EXPOLIO DE EL BIERZO III
El Ídolo de Noceda
(Dibujo del Ídolo. Autor:Martín Almagro)


Introducción:


Os mostramos otro ejemplo más de patrimonio berciano repartido por diferentes lugares del mundo. En relación a esta pieza lo más grave no es que se encuentre instalada en el Museo Arqueológico Nacional, ya que este reúne las piezas arqueológicas más valiosas y representativas de cada cultura y época que se han hallado por toda la Península, sino que durante bastantes meses o incluso algunos años, nos tememos, no va a poder ser visitado ni aquí ni en Madrid, ya que actualmente la sala donde se encuentra junto a muchas salas más relacionadas con la prehistoria y la protohistoria de la Península Ibérica se encuentran cerradas por reforma. Esa fue la desagradable sorpresa con la que se encontraron miembros del Foro cultural que hace unos días viajaron a Madrid con intención de visitar el museo y esta pieza en concreto. Es una pena que esta pieza vaya a estar guardada durante meses en una caja pudiendo estar aquí, en El Bierzo para poder ser admirada por nosotros aunque sólo sea por un tiempo.


(Situación actual del Ídolo de Noceda en el museo arqueológico Nacional (Madrid). Imagen obtenida de la página web: "La cueva del Ermitaño" -enlace en el lateral)
PROCEDENCIA Y SITUACIÓN ACTUAL

Esta curiosa pieza denominada ídolo por lo característico de su forma fue hallada en el pueblo de Noceda de El Bierzo. El descubrimiento de la existencia de esta pieza, fue como el de muchísimas otras, por casualidad, por la curiosidad que despertó en sus dueños que sabían que esa pieza que estaba en su casa desde muchos decenios atrás no era una "piedra" más. Esta pieza que se hallaba guardada en casa de una vecina del pueblo hacía las funciones de pesa de telar entre otras utilidades que se le daba debido al orificio que presenta en su parte superior.

Así, esta curiosa pieza estuvo durante decenios en la calle la Amargura en casa de una vecina llamada Laura Marqués haciendo la función de pesa de telar. En la década de los 60 su hija, María del Carmen Nogaledo Marqués se la mostró a su maestra, Felisa Rodríguez, porque creía, como así fue, que era algo más que una simple piedra que servía de pesa de telar. Tal repercusión tuvo este descubrimiento que le otorgaron un premio de la Misión Rescate que por aquella época se emitía a través de Radio Nacional España como se hacía con otros relevantes hallazgos arqueológicos. Así esta pieza despertó tal interés que siempre con la colaboración de sus dueños comenzó a ser estudiada por arqueólogos, y otros personas interesadas en esto hallazgos, además empezó a ser mostrada por los vecinos del pueblo en diversos lugares. Finalmente en el año 1971 este ídolo llegó, por su gran valor, al Museo Arqueológico Nacional, en Madrid instalándose en la sala dedicada a la Edad del Bronce en la Península Ibérica. En El Bierzo se dejaron dos réplicas, una en el Museo de El Bierzo situado en Ponferrada y otra en el Museo de Noceda.


DESCRIPCIÓN

Esta pieza se incluye dentro de la tipología de los ídolos Tenemos constancia de la existencia de esas piezas ya desde el neolítico. Han formado parte de importantes ajuares funerarios y se han entendido como auténticas manifestaciones de religiosidad. Estos ídolos que representan divinidades se caracterizan por tener rasgos antropomorfos, la pieza que nos ocupa tiene rasgos masculinos y femeninos, y están construidos sobre diversos soportes: arcilla, hueso (construidos sobre pequeñas falanges), marfil, piedra o sobre placas de pizarra (conocidos como ídolos-placa). En muchos de ellos se ve claramente partes del cuerpo grabadas como la cabeza, los hombros, los ojos grandes y redondeados y además presentan una perforación para colgar. Mucho se ha debatido a cerca del significado de estas figurillas. La información que tenemos nosotros después de consultar conocidos autores y docentes como R. Martín Valls ,la mayoría han llegado a un consenso y admiten que este tipo de figurillas aluden a un símbolo que han llamado "divinidad de los ojos" y se relaciona con el culto a esta divinidad. Como estos ídolos suelen representar a una divinidad femenina, aunque en este caso es mixta, se ha identificado con la diosa madre o la diosa tierra de las comunidades campesinas. Se cree que su adoración garantizaba riqueza, fecundidad y buenas cosechas. En cuanto al ídolo de Noceda se ve que cumple las características arriba señaladas con la peculiaridad de que ésta representa a ambos géneros. Así vemos que tiene rasgos antropomorfos, perforación para mantenerse suspendida y representa una muestra de religiosidad muy importante para la zona en la que se encontró (Noceda de El Bierzo). Según los arqueólogos esta se puede datar sobre el 1800 a.C. (edad de El Bronce) Grabado con un percutor, sus profundas incisiones se plasman sobre una piedra de granito de superficie rugosa, presenta una forma ovoide y algo aplanada por ambas caras. Su altura es de 226 milímetros y su anchura de 197, su grosor de 73 milímetros y la perforación circular que presenta en la parte superior mide 3,5 cm de diámetro (según Mestre J.C. y Almagro M.)

Respecto a sus elementos decorativos se ven por toda la pieza, y recorren prácticamente ambas caras, algunos elementos de las dos caras se acaban uniendo. En la cara en la que se aprecia la representación de la feminidad se ve una línea curva que envuelve la perforación, debajo de esta vemos dos líneas oblicuas que podrían ser los hombros y que se rematan en dos pequeñas protuberancias que serían los brazos o los pechos. Además debajo de la perforación y en línea recta horizontal que cruza a otra vertical. Más abajo, poco antes de llegar a su fin esta línea vertical se separa en dos más pequeñas y que harán las veces de piernas.
Respecto a la cara que representa la masculinidad vemos una línea horizontal justo debajo de la perforación (aparece rodeado por una línea curva) que se interpreta como sus brazos, aparece una línea vertical que divide la pieza desde su perforación hasta el final. Paralelas a esta línea vertical aparecen otras dos que unidas a los "brazos" llegan hasta el final donde se unen con dos líneas horizontales colocadas una sobre la otra.
Dentro de El Bierzo contamos con otros ejemplos de estas figurillas como el que se encuentra en el Museo de los Paules en Villafranca. Aunque uno de los que más se asemeja al de Noceda es, según Martín Almagro, el ídolo de Puig Pelegri en Lérida especialmente en su decoración aunque este solo la tiene por una cara y presenta dos perforaciones a modo de ojos. Otro ejemplo sería el ídolo de Chillarón (Cuenca) también de la Edad del Bronce.
(Ídolo de Villafranca del Bierzo. Museo de CC. naturales de los PP. Paules -Villafranca del Bierzo-.Foto Imagen M.A.S.)
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