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Montes de Valdueza el eco de los monjes

Pueblos Cuna del Bierzo: Montes de Valdueza, el eco de los monjes

Escrito por Infobierzo   
miércoles, 24 de diciembre de 2008

Segunda entrega de los Pueblos Cuna del Bierzo que promueve Infobierzo.com. Después del exitoso "Ferradillo" de Francisco Arias (I.E.B), nos acercamos a Montes del Valdueza, ésta vez de la mano del profesor Marcelino Taboada

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El Monasterio, un auténtico ventanal a los Aquilanos

Montes de Valdueza; en esta ocasión todavía lugar habitado, y cargado además del misticismo que otorga la colosal fachada del entorno natural del Valle del Oza, en su vertiente más próxima a los Montes Aquilanos.
Con todo, sin duda el monasterio medieval confiere ese carácter atemporal a la pequeña aldea. Una joya apunto de sucumbir tras 14 siglos, y que no acaba de encontrar consenso entre las administraciones para su puesta en valor, aunque propuestas no faltan, ya sea como hospedería o como Centro de Interpretación de la Tebaida.


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Las calles de Montes no son más que prolongaciones de ese gigantesco monumento, es más para la entrada misma a la aldea se debe atravesar el corredor entre los grandes muros del edificio y las huertas monásticas, y de la misma manera nos adentramos en este enclave para conocer la fundación del Monasterio, los vestigios de castros prerromanos, la historia de la Quintería de Montes, y algunas más cercanas como el robo en 2007 de la Lápida Fundacional de la Ermita. Tendrán cabida, como no, leyendas como La Sierpe Rupiana, una gigantesca culebra cuya cacería se refleja en algunos motivos del propio monasterio, o la trascendencia de la Virgen de la Aquiana.

 

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los accesos a Montes son precarios

Este pequeño y encantador pueblo de la Cuenca del Oza se encuentra enclavado en uno de los entornos más bellos de España: los Montes Aquilianos. Dichos montes alcanzan, como altura máxima, en el Pico denomimado “La Aquiana” nada menos que los 1.848 m. Este elemento natural desempeña un papel de protección de la localidad de Montes de Valdueza y su valle, por el cual discurren varios regatos o afluentes del Oza.
Asimismo, el pueblo de Montes se sitúa en un altozano donde las casas serranas  típicas están orientadas al mediodía y encima del Monasterio de San Pedro de Montes, de importancia extraordinaria.

Al fondo de un camino que, iniciándose en Montes desciende hasta el río Oza, hay que destacar la existencia de una ermita, reconstruida en 1723, sobre otra anterior del S. X que, a su vez, ocupa el lugar de otra  más antigua edificada en el S. VII por Saturnino, un discípulo de S. Valerio. Esta construcción tiene un mérito relativo en cuanto a valor artístico pero es mayor el sentimental: en su postrera reconstrucción se emplearon materiales provenientes de los restos de las anteriores, transformándola en una reseñable reliquia visigótica. Entre los elementos de las ruinas, sobresalen los utilizados en la apertura de una ventana sobre el dintel de la puerta y una loseta epigráfica con una cruz griega esculpida con “el alfa y el omega”, varias inscripciones que hacen referencia al proceso de construcción de la ermita y otros pequeños detalles.
Por otra parte, es conveniente observar en la ermita de la Santa Cruz de Montes algunos relieves visigóticos y mozárabes datados del S. X.


Un lugar, de leyenda

Existe una leyenda que conocen todos los lugareños de Montes, transmitida por vía oral y que lleva por título “El mito de la Sierpe rupiana”. En resumen, la historia es como sigue:
En la parte inferior a la antedicha ermita de Santa Cruz, en una enorme cueva, se cobijaba un fabuloso reptil con forma de serpiente, al fondo del precipicio y junto al río. Tan larga era que, cuando su cabeza llegaba a la ermita, aún su cola se encontraba totalmente en el interior de su madriguera.
Como su base alimenticia se constituía, entre otros manjares, de personas y ganado y, escaseando este último, el horrible monstruo se vio obligado a satisfacer su apetito con presas, que eran los monjes cenobitas del cercano Monasterio de San Pedro.
Fue llamado con urgencia S. Fructuoso que, después de meditar largamente, urdió un plan para desembarazarse de la Sierpe: se trataba de emborrachar o drogar al poderoso animal para acabar con él y sus tropelías. Le dio a comer un gigantesco pan de harina de castañas elaborado y trabajado por los monjes, eso sí aderezado con un brebaje-mezcla de esencia de tejo y apio.
Una vez adormilada y anestesiada la Sierpe, después de su feroz banquete, se le clavó en su único ojo un madero muy grueso de castaño, que se había afilado a conciencia para la  ocasión y calentado hasta estar a punto de arder.
Al despertar el temible reptil, emitió tales y tan potentes silbidos y coletazos que se oían por todo el Valdueza e, incluso, más allá.  Al final, pasados varios días, cayó la bestia llena de dolor y con su cerebro abrasado.

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el Monasterio contaba con tres plantas

A este episodio hace alusión una representación en la parte superior de la ermita de Santa Cruz.
El pueblo de Montes nació entorno al Monasterio de San Pedro de Montes, fundado por S. Fructuoso en el S. VII, ubicado en este lugar, el cual pertenecía “administrativamente” a la Quintería de Montes.
En un cerro, justo enfrente y cercano, en su ladera se conservan unos pocos vestigios de un castro (probablemente prerromano), que en algún momento estuvo habitado.

Tampoco se puede olvidar como exponente etnográfico la antigua Herrería de Montes.
Como hecho relevante y actual, se debe recordar que, en febrero de 2007, fue robada por unos desalmados la lápida fundacional de la Ermita de Sta. Cruz, que contenía unos relieves prerrománicos en su frontispicio y que eran una señal de identidad del monumento. Esta lápida databa del año 905.

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patio del monasterio

El Monasterio de San Pedro de Montes

Fundado en el S. VII por S. Fructuoso y su discípulo Valerio fue abandonado ante el peligro y consolidación de la expansión musulmana para, rehabilitarse más tarde, en el año 899 por S. Genadio. Sin embargo, con la desamortización de Mendizábal se dejó definitivamente desocupado. En la actualidad, la visita a girar por el Monasterio supone un completo itinerario por diferentes estilos y épocas: la prerrománica, patente en los capiteles conservados, el románico de la torre y las ruinas del Claustro- así como la fachada de la Iglesia que se revela del S. XVII.
El estilo del Monasterio es, fundamentalmente, hispano-visigótico. Fue reconocido y declarado como Bien de Interés Cultural (BIC) en  1.931.

 

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Por las tierras del Oza, si queremos trasladarnos al mundo medieval en el Valle del Silencio, nos parece escuchar aún los rezos y cánticos de los santos Valerio, Fructuoso y Genadio, que nos envuelven en una atmósfera de paz.   
En Montes de Valdueza, cuando nos sentimos más cerca del cielo, el Monasterio de San Pedro nos ofrece una estampa impresionante, a pesar de su casi irreparable ruina.

Su origen es, como ya se ha señalado, del S. VII. Los avatares históricos más relevantes por los que pasó son los siguientes:
-A finales del S. IX lo reconstruye S. Genadio, consagrando la iglesia anexa en el año 919. Con el devenir del S. XI, Montes se convierte en un acaudalado cenobio con vastas posesiones en el Valle de Valdueza, amén de en otros territorios: Bierzo, Cabrera, Valdeorras,... Es entonces, ya en el ámbito benedictino, cuando se restaura nuevamente todo el edificio y los trabajos duran unos cuantos años, prosiguiendo en tiempos de don Munio (1.165-1.169).
Después de la crisis global que padecen las órdenes monásticas en la Baja Edad Media, se integra en la congregación benedictina de Valladolid. Aproximadamente, a finales del S. XVI se finaliza el perímetro de la cerca monástica y, de forma lenta, se van ampliando las zonas aprovechables hasta acabar con la exclaustración.
A mediados del S. XIX sufre un pavoroso incendio que da “el toque de gracia” al edificio que ya estaba abandonado.
La iglesia, actualmente lo único en buen estado, mantiene estructuralmente la base románica, si bien con añadidos visibles del S. XVIII. La planta es de tipo basilical, con tres naves rematadas por un arco de bóveda de cañón.
El templo dispone de dos portadas, una occidental y otra meridional. La principal es la de los pies, de 1.756, encajada entre la torre y el claustro.
La torre, a los pies del evangelio, está cubierta por un chapitel de pizarra y, en su cuerpo más elevado, perforado por aberturas o ventanas, donde se conservan algunes capiteles visigodos.
En el interior del templo se guardan varios retablos , con imágenes dedicadas a S. Genadio, S. Pedro y S. Benito, del mismo modo que una Virgen de la Güina del S. XIII que, a la par que la de Villanueva de Valdueza, asciende cada primer domingo de julio a la ermita de la Güina. Ambas procesiones-romerías son muy concurridas y se pugna por llevar a hombros la imagen por las empinadas cuestas.

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      Las visitas guiadas conforman un atractivo turístico para el pueblo. Detalle de una pila de ungüentos, una de las piezas más antiguas que se conservan en el Monasterio

Al costado meridional de la iglesia se hallan los restos del monasterio, que tiene una superficie rectangular de 60 por 44 metros. Se conserva, por decir algo, parte del llamado “Claustro de los arcos”: espacio pequeño, dotado con cuatro arcos de medio punto como frente soibre columnas prismáticas rectangulares, así como un segundo claustro o patio al Este, algo mayor de dimensiones y con galerías cerradas y rodeado con edificaciones, bajo las cuales se hallan sótanos abovedados y en varios pisos.
En el extremo oriental del muro o pared Norte se apoya un arco que desempeñaba la función de acueducto para uso del monasterio, abasteciéndose del agua procedente de una fuente, conocida como “Los Chanos” al lado del pueblo.


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el afamado magosto de Montes

Los restos en la actualidad

Excepto la iglesia, de la integridad del Monasterio sólo se aprecian ruinas. Totalmente ignorado durante décadas, se fueron usurpando las dependencias monacales para cultivos de huerta. Sufrió múltiples y variados expolios.
A finales del S. XX, un sujeto impostor diciendo ser sacerdote realizó con la mayor impunidad un robo sacrílego de piezas, de las que nunca se supo más. 
En 1.999 el arquitecto Eloy Algorri efectúa para la Junta la elaboración de un Plan Director para la restauración del Monasterio de Montes. Él mismo dirige la primera fase de la rehabilitación, que se compone simplemente de un desescombro de las distintas dependencias (hallándose elementos ocultos como unas letrinas), de un aterrazamiento del patio oriental y de la recuperación de la rampa de acceso a la bodega desde el exterior. Se sacan a    
 la luz, asimismo, las escaleras del claustro reglar, una conducción de abastecimiento de agua que discurre por el interior de los muros del ala occidental y la disposición de la cocina monacal y un aljibe. Fue necesario derribar la casa rectoral edificada en el S. XIX aprovechando como soporte dos de sus tres ábsides. Como complemento, se procedió a una limpieza de absoluta urgencia y a una cata o prospección arqueológica que destapó varias tumbas cuyos enterramientos se creen del S. XI.
Recientemente, se ha prometido una partida de 200.000 € para renovar la cubierta principal de la iglesia, muy afectada por filtraciones y goteras.
La nueva Junta Vecinal ha llevado a cabo algunas actuaciones de urgencia como la consolidación y refuerzo del muro perimetral, la habilitación de la Fuente de los Monjes para consumo humano y pretende, con los permisos pertinentes, talar los viejos nogales que están debilitando la resistencia y estructura del Monasterio, a la espera de la decisión de acometer una obra costosa de restauración integral y de puesta en valor turístico y cultural, tal como ya sucedió con el Monasterio de Sta. Mª de Carracedo.

La Senda de los Monjes

Muy cerca o partiendo de Peñalba se encuentra el Valle del Silencio y la Cueva de S. Genadio, lugar predilecto del santo para cuando necesitaba períodos de descanso, soledad y reflexión. Es un relativamente corto recorrido en dirección a los farallones calizos que parecen contener el Valle. Puede aventurarse cualquiera en un paseo hasta la Cueva del Monje, sobre el Valle del río Silencio, donde se cuenta que vivió largas temporadas como anacoreta. El único indicio de la existencia de este lugar donde se recluía S. Genadio es una simple verja. Es ideal esta ruta senderista pues las vistas que se van oteando y surgiendo son magníficas.
La Senda de los Monjes se encuentra, a día de hoy, en un estado lamentable. Después de haberse habilitado e “inaugurado” su trazado hace dos años, son habituales los “desprendimientos” desde la carretera, lo que constituye un peligro evidente. Además, al comienzo de esta senda podemos ir encontrando piezas de desguace de automóviles, carrocerías de vehículos, bidones de aceites y lubricantes, señales de tráfico arrancadas por el vandalismo,...
Como acceso quizá más conveniente al Sendero de los Monjes, por razones ecológicas y medioambientales, hay que referirse al que empieza una vez llegados a S. Clemente de Valdueza, desde donde parte un camino ancestral que, cruzando la carretera y siguiendo por el desvío a la derecha, permite que nos topemos con una pendiente bastante dificultosa en la que todavía se pueden adivinar marcas y señales de carros. Más adelante, la trayectoria del sendero coincide con el cruce de un canal romano, el cual hay que tomar para alcanzar ya el Sendero de la Tebaida Berciana. El discurrir del canal llega a su término, aproximadamente, en Montes de Valdueza.

El Campo de las Danzas


A partir del Alto de S. Esteban, y recorriendo los falsos llanos hasta avistar Villanueva de Valdueza, se ha de continuar por un calamitoso camino en sus últimos tramos: en concreto, sólo se salva medianamente el trecho hasta la gran explanada donde se dispuso la instalación del área recreativa. Del Campo de las Danzas hasta la culminación del Puerto del Vallenón, un kilómetro, el desnivel es casi infernal.

El Campo de las Danzas siempre tuvo un papel crucial como vía de intercomunicación entre La Cabrera y El Bierzo (Ponferrada). La Junta tiene elaborado un estudio sobre las posibilidades de abrir un vial moderno entre La Cabrera y El Bierzo, que uniría Santalavilla con Montes, a través del Campo de las Danzas. Los obstáculos orográficos son patentes: sobre todo por la vertiente cabreiresa, el relieve es escarpado y penoso y, por otra parte, se ha de producir la conexión por un paso (Puerto) a 1.600 metros de altitud. Sin embargo, esta infraestructura es primordial e irrenunciable.

Cerca del pico ya citado de la Aquiana se ubica el Campo de las Danzas, un Collado custodiado por montañas, donde varios investigadores entienden que los astures celebraban unos ritos matriarcales de culto y exaltación de la fertilidad. La tradición habla de que , a la luz de grandes hogueras y en los plenilunios, las mujeres astures danzaban imprecando a sus dioses protección a sus maridos para que aumentaran su potencia sexual y, así,  conseguir incrementar su fecundidad. Otros estudiosos incluso relacionan estos rituales con la brujería.

Esta montaña tiene una escasa vegetación, si bien abundan plantas aromáticas y medicinales en algunos rincones.

 

La Virgen de la Guiana o Aquiana


La Guiana es un centro histórico de ardor y fervor religioso muy notable. Más arriba del Campo de las Danzas aún se mantienen restos de lo que otrora era una antigua ermita de gran devoción. Está esta Virgen mencionada en la Leyenda de “Las 7 hermanas vírgenes del Bierzo”, desempeñando un papel fundamental.

Esta montaña siempre tuvo un halo mágico y sagrado y en su culmen se conservan sólo unos vestigios de una ermita, medio arruinada, que acoge en su seno a una virgen, a la vez de San Pedro de Montes y Villanueva de Valdueza. El simbolismo de la montaña de La Aquiana es muy fuerte: todo en relación con los ciclos estacionales del año agrícola. El término derivaría, según dos soluciones alternativas, de “águila” o de “guía”.

La Virgen es venerada y alabada con un especial cariño devocional. Cuentan las leyendas que fue encontrada por unos pastores ocasionalmente. Éstos descendieron con la imagen hasta el Monasterio de S. Pedro de Montes para mostrarla ante los monjes. María Santísima retornaba al lugar de su hallazgo en tantas ocasiones como las veces en que era bajada a Montes. Entonces, se adoptó la determinación de construirle una ermita para que permaneciera en el lugar que deseaba.

Los vecinos de la zona intentaron reconstruir la ermita- y creo que lo hicieron- pero sus piedras fueron empleadas, posteriormente, para habilitar una caseta para luchar contra los incendios.

Es tal el fervor y pasión religiosa que todavía despierta la Virgen de la Guiana o la Aquiana- el nombre es lo de menos- que se sigue subiendo hasta la cima sagrada llevando orgullosos sobre sus hombros los romeros dos veces al año, en primavera y en otoño, a su veneradísima patrona hasta su ermita.

Debajo mismo de la Aquiana o Guiana se encuentran “Los Doce Apóstoles” pues, con una dosis de imaginación, se pueden entrever las figuras de los Doce discípulos de Jesucristo, con bastante semejanza a las reales.


          
          Marcelino B. Taboada

-Imágenes Infobierzo.com (excepto 2 y 3, aportadas por Marcelino Taboada)